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Capitulo seis.

Andamos en las motos por más de veinte kilómetros sin rumbo fijo. O, bueno, para mí no había rumbo fijo, ellos parecían ser muy conscientes de a donde íbamos.

—¿En dónde mierda estamos? —pregunté cuando nos detuvimos.

Frente a nosotros había una pequeña casa, nada de otro mundo, paredes de ladrillo gastado y ventanas rotas cubiertas con bolsas negras de plástico. Alrededor de ella no había más que árboles y letreros de "No Pase" envueltos con cinta de policía.

Tenía la pinta perfecta para ser la casa de alguno de los hombres con los que estaba. Mas que una casa, parecía la pocilga en la que vivían o vivía alguno de ellos.

Una escena digna de película habría sido vernos en ese momento llegando a semejante lugar.

—Bienvenida a nuestra cueva —dijo Luke derrochando entusiasmo por las cuatro paredes que apenas sostenían el techo frente a nosotros.

Solté una risa suave por el nombre que acababa de usar. Cueva. Era así como siempre había llamado cualquier espacio en que pasaba suficiente tiempo como para llamarlo mío.

Normalmente ese espacio era mi habitación.

—Bonita ¿no? —preguntó Andrews cuando bajé de la moto.

—Si, claro —me burlé.

—Te encantará, ya lo veras —aseguró el otro dando brincos hasta la puerta—. Tiene todo lo que necesitamos y más.

Lancé una mirada burlona hacia Zero, pero me ignoro completamente y caminó detrás de su amigo hasta la puerta de la casa. Recogiendo un poco del orgullo que había dado contra el piso al ser increíblemente ignorada, los seguí hasta allí y entré detrás de ellos.

Lo primero que noté fue que la fachada no describía para nada el interior.

Si, por fuera parecía que la casa estuviera a punto de caerse, pero por dentro estaba bien arreglada y con más aparatos de los que una persona común necesitaría.

Había cuatro pantallas enormes en una esquina, tres de ellas apenas recostadas contras una de las paredes y a última atornillada a la pared. Cantidades exageradas de laptops, teléfonos y audífonos desparramadas por toda la sala, sobre y a los lados del enorme sillón.

No tan enorme como el de la casa de mis padres, pero si más grande que el que yo tenía en mi departamento.

—Siéntate o no lo hagas, da igual —resopló Luke entrando al corredor—. Has lo que quieras, pero no dañes nada, pronto lo venderemos.

La puerta se cerró de un golpe que me hizo dar un respingo, a causa de eso la suave risa de Zero llenó el silencio, pero no dijo nada, pasó por mi lado aun riéndose y entró a la cocina.

—¿Algo de tomar? —preguntó metiendo la cabeza en el refrigerador.

—Depende.

—Hay agua, agua, más agua y cerveza, muuuuucha cerveza —asomó la cabeza para mirarme por encima de la puerta—. Oh, hay una soda.

—Dame una cerveza —pedí estirando la mano hacia él.

Lanzó una de las latas a mi mano y la agarre en el aire. Sacó otra para él y le dio un portazo al refrigerador para cerrarlo. Ambos destapamos las cervezas al mismo tiempo y dimos un largo trago para matar el silencio.

—Por si les interesaba, igual no quería cerveza —gruñó Luke desde la salita.

—Todo eso —señalé la pila de aparatos en la sala, ignorándolo—, ¿de dónde salé?

Los Cero [Secretos y mentiras #1]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora