El trabajo de oficina no era lo mío, me estaba dando cuenta de ello. Estar todo el día sentado lleno de documentos, firmando y enviando licor aquí y allá, niveles de producción, calidad del whisky y pureza. Una hora en este escritorio podría significar millones, ese mismo tiempo en UCI, era una vida que salvaba. No hay dinero que igualara la vida humana, de eso creo que cualquiera estaría de acuerdo conmigo.
Poco a poco me estaba acobardando, estaba perdiendo la disposición de dejar mi carrera a un lado, mis sueños de ser quien soy hoy día, por una herencia y un cargo que solo ha traído desgracias a Rose y a mi familia Sentado en la oficina leyendo los preceptos lo confirmo, también sé qué no hacerlo sería una deshonra a los ojos de mis tíos, primos y padres.
Estoy en un dilema y entiendo a Rose, cuando dice que su deseo una vez termine es irse a otro país, dejar todo a mano de su familia y trabajar en lo que ama. El teléfono empieza a repiquetear y al levantar, la voz de mi asistente me llega y aleja de mis crisis existenciales.
—Señor Doyle, Piamont está aquí y pide hablar con usted —escucho decir a Valery —no tiene cita con usted señor.
—Hazlo pasar —respondo y dejo todo a un lado.
No tengo citas con él o con nadie, porque se supone que debería esperar a mi padre que está con los integrantes del destierro. Fue a pedir información al tío Betf sobre por qué en la cabaña había cámaras de seguridad y las razones que tuvo para hacerlo. No fue a la zona, sito al anciano en un lugar intermedio y allí estaba desde muy temprano en la mañana.
Me pongo en pie al ver que las puertas se abren, estoy acomodando mi saco cuando observó que no es Gianluca, el profesor y guía de la destilería quien entra como lo imaginé, sino, su padre.
—Dr. Karl ¡Qué sorpresa! —señalo sorprendido al ver ante mí al hombre trigueño de ojos verdes que avanza en mi dirección extendiendo la mano.
—Señor Doyle —saluda formal y me incómoda el trato, cuando es alguien tan importante en el gremio de la medicina en Edimburgo.
Muchos años atrás y tras el escándalo que siguió con la muerte de su esposa, el doctor Karl, aceptó la propuesta de una prestigiosa clínica de Escocia de trabajar en la capital del país. Deseoso que su esposa e hijos dejaran de ser señalados se vino, desde entonces es un hombre respetado y querido.
—Llámeme Gino, usted fue mi profesor y mentor, soy yo el que debe inclinarse ante usted —mi respuesta le hace reír y le señaló la silla.
—No es para tanto —dice con modestia y niego.
Decir que es el mejor en su campo es quedarme corto, goza de una reputación que pocos han tenido. Ha logrado consolidarse como uno de los mejores cirujanos del país y se da el lujo de rechazar los trabajos que al día de hoy a sus 67 años le ofrecen, solo para estar con su esposa e hijos.
—¿Desea algo de tomar? —le pregunto
Sus ojos verdes adquieren una tonalidad oscura, al tiempo que niega. Se sienta y cruza de piernas, apoyando sus manos en su muslo. Su presencia en esa oficina, aunque me sorprende, imagino a que se debe.
—Vengo a agradecer el voto de confianza que usted y su familia han puesto de Gian —empieza a decir —y a ofrecer disculpas en caso que las investigaciones lleguen a la conclusión que su presencia en esta empresa atrajo a su hermano.
—Lo dudo, jamás vio en dirección a Gianluca y siempre estuvo observando cada movimiento de Rose —respondo en calma.
—Creo que necesitaré un trago fuerte —sonrió incorporándome.
Detrás de mí están dispuestos las mejores botellas de nuestra empresa. No es mi deseo embriague al hombre mayor, por lo que simplemente le doy el más suave de todos. Giro hacia él y le extiendo el vaso que toma firme, lo lleva a sus labios y lo suelta en su garganta de un tajo.
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Una Rosa en mi Invierno 2
RomanceLibro 2 Saga Doyle. Gino Doyle, es el primogénito del mayor de Doyle, próximo a ser el custodio del castillo cuya leyenda les precide por más de 10 siglos. . Una ex dolida, un enemigo al acecho y su más grande afición destrozada le traen ciertas c...