Capítulo 18

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Thomas

Edine me observa con rostro preocupado, desde la llegada de esa mujer no hemos estado tranquilo. Era Evidente ella había sido golpeada, incluso me había permitido revisarla. La duda estaba en que si Gino, había sido capaz de algo asi o no, ambas teorías eran delicadas, Rose corría peligro en cualquiera de los dos escenarios. Uno daba a Gino Doyle como maltratador y el otro, en caso que la mujer mintiera, decia que tenían enemigos capaces de lo que sea para destruirle.

—¿Qué tanto crees que Rose quiera a su nieta? —pregunta Edine y guardo silencio.

Mucho, para la señora Rose era más que una nieta, fue educada por ella y mi tío como si fuera una hija.

—Tanto, que lo único que me impide creerle a esa mujer es ella —respondo — no ingresaría a este lugar y no dejaría a Rosy sola con esa gente de ser peligroso para ella.

Estábamos esperando que la señora Rose aceptara vernos, porque solo ella podría sacarnos de la duda. Me era difícil de entender las razones por las cuales se había ingresado en ese lugar geriátrico y dejado a su Rosy con esos hombres. Una enfermera trae a la esposa de mi tío Cameron en silla de ruedas, sonríe al vernos allí, alza sus largos y delgados dedos como saludo.

La mujer que hizo que mi tío se alejara de sus tres hermanos por considerarlos parásitos, que solo querían de él su dinero. Por año la vi con fastidio gracias a las constantes quejas de mi padre sobre ella, por alejar a su hermano de su familia.

La edad adulta trajo consigo muchas revelaciones por años, tío Cameron hizo de todo para que sus hermanos tomaran el camino correcto. El mayor de cuatro hermanos, recibió las joyerías de la familia y el inútil título de nobleza "Lord". Es gracias al trabajo del tío Cameron que las joyerías tienen hoy el estatus que corresponde, también que mi padre y mis tíos gocen de ciertos lujos.

Hay que ser sinceros en decir que no estaban contentos cuando se nombró a Rose, como única heredera, no obstante, cuando la viuda explicó las razones, no tuvieron nada que refutar. A Rose Mackay Smios, solo se le devolvía lo que por ley le fue heredado de su madre. Una herencia de la que solo los abuelos y padres de Rose conocían.

—¡Que agradable sorpresa! —nos saluda una vez la enfermera la deja cerca de la mesa —pero me temo que no es una visita social ¿Le pasó algo a Rose?

—No hasta ahora —le digo en calma y veo sus ojos preocuparse —¿Por qué dejó a Rose en ese lugar? ¿No confió en nosotros? —niega con una media sonrisa y suelta el aire.

—Necesitaba que Rose quedara en manos de alguien que no estuviera interesado en su dinero —nos comenta y toma nuestras manos —también con el poder necesario para cuidar de ella, ustedes tienen las mejores intenciones con ella, pero no es suficiente. Su estadía allí es momentánea Thomas, lo sabes.

Nos escucha en silencio la visita de esa mujer y como ella asegura que fue golpeada por el heredero de los Doyle. Ese comentario le hace reír y hasta nos invita a conocer al chico más alla de lo que dice la prensa. Su primo es inclemente al describirlo, sin embargo, jamás lo ha descrito como alguien peligroso.

—Gael Doyle es abogado, a él le entregué la custodia de los bienes de Rose. —afirma y nos la quedamos viendo sin poder creerlo. —pagué muy bien por cuidarla, en el poco tiempo que duré en este país. No le pasará nada.

Cuando salió del centro tuvo que firmar unos documentos en donde se hacía responsable si algo le sucediera ya que se retiró del lugar antes de tiempo. A juicio propio ponerla en riesgo con Tanned Duncan, al mentirle sobre su supuesto trabajo, violó la promesa hecha a los padres de Rose y por su esposo.

Una Rosa en mi Invierno 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora