Capítulo 19

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Llegamos muy temprano a ese lugar, con una Rose en silencio en todo el recorrido y huía de mí. No me arrepiento de besarla, cuando ella correspondió tan o más gustosa que yo. Una idílica casa en medio de un paisaje montañoso un buen lugar para disfrutar de la calma y serenidad que regalan el lugar.

Una vivienda perfecta para alguien que no desea hablar con nadie, sin vecinos o merodeadores. La casa de dos plantas data finales del siglo XIX o principios del XX, comenta Gianluca, leyendo el folleto de venta que le han dado. Se cree fue construida sobre los restos de un edificio de 2000 años de antigüedad y Rose comenta animada.

—Quizás fue uno de los lugares que se escondió Sheena y Gedael —sonrió negando, porque no está ni cerca de la verdad.

—Es poco probable —respondo y Gianluca, sierra el folleto en espera que siga. —¿Qué más dice?

—¿No vas a continuar? —pregunta decepcionada y niego.

No puedo, sonrió en respuesta y alzó mis dos manos en señal de disculpas. Sé que hemos construido en torno a nosotros un conjunto de historias pintorescas, mitos y leyendas algunos de ellos reales otros falsos. Sin embargo, hemos logrado conservar lo poco que nos queda de nuestros antepasados. Sobre mi espalda cargaré en adelante, el libro de los lugares sagrados, que nadie debe saber, salvo quizás mi esposa y solo si yo lo decido.

—Entiendo —aclara Gianluca abriendo el colorido folleto y mirando a Rose con una sonrisa en sus labios —falta otro anillo en su dedo para que lo sepa y a mí una reencarnación como Doyle.

Los tres reímos ante su comentario y aligera el tenso ambiente. Continúa diciendo con una solemnidad, que nos deja a ella y a mi escuchándolo en silencio.

Los pisos construidos en piedra Caithness, de procedencia local, que se usa tras ser pulida, le otorga un acabado táctil y sutilmente brillante. Su tono oscuro se hace eco de detalles como los marcos de las ventanas metálicas y las luminarias. Toda la carpintería está construida en roble danés, los muebles en acabado grises, etc.

No llegué a ese lugar con la idea de comprar y estaba siendo casi que convencido de hacerlo. Sonrió porque de ser una pareja que estaba a punto de casarnos y si yo fuera un miembro más de Escocia y no un museo ambulante como todos me ven (y hasta yo mismo), estaría frente a nuestro hogar. Mi padre y tío Guido, podrían ayudarnos con la construcción alrededor de ella y la seguridad de nuestra casa, estaría a manos de los mismos del castillo.

Conforme pasan los días y la partida de Rose es evidente, junto con lo de los cinco Doyle, descubro que toda mi vida ha girado a Edimburgo y Escocia. Particularmente yo, jamás he salido más allá de un mes de vacaciones y no puedo pensar siquiera en abandonar el castillo. Cada vez entiendo un poco más al abuelo y lo admiro por pelear por aquello que amaba.

—¿Gino vas a entrar? —pregunta Rose y veo a mi alrededor que me he quedado solo en mis crisis de siempre.

—¿No deberíamos esperar al agente de bienes raíces?

—Llegara un poco tarde —responde Gianluca con las llaves en las manos.

Camino hacia ella y me digo que todo lo que estoy sintiendo, es producto del hecho que, a partir de hoy, cada uno de mis compañeros de juegos se irán a sus sitios correspondientes y yo quedaré solo. Rose está casi a punto de terminar, porque pidió seis meses y va corriendo el quinto. Guido se irá a un intercambio, Gabriela entra a la universidad.

Suelto todo el aire y respiro fuerte una vez los alcanzo y justo en el instante en que Gianluca abre la puerta de la casa. El primero en entrar es Gianluca quien con folleto en mano buscaba todas las luces. Corroboró todo lo que he escuchado de labios del profesor cuando el grito de Rose y la maldición de Gianluca me hacen alzar la mirada hacia ellos.

Una Rosa en mi Invierno 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora