Cuidar

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Algunas veces todo era muy tranquilo, disfrutaban de su compañía y mejoraban como personas día a día.

Sin embargo, el pasado fue una gran huella que se marcó en su mente.

Draco se despertó asustado, parpadeó tratando de ajustar su visión a la oscuridad de la habitación y se sentó en la cama tomando su pecho con su mano, miró a su lado a Harry, quién movía sus ojos bajo los párpados.

El moreno tuvo otro espasmo, idéntico al que lo despertó, y movió su cuello de un lado a otro.

Draco prendió la lámpara en su mesita de noche, tocó la frente de su novio la cuál hervía y movió su cabello con cuidado.

—Harry, cariño. Despierta— susurró mientras le quitaba la cobija de encima y tocaba sus pies, que estaban congelados.

—No, por favor- no los toques.

—Harry.

El moreno seguía moviéndose y susurraba palabras sin sentido, tenía una expresión de angustia en su rostro. Draco sacudió su hombro con cuidado, firme sin ser brusco.

—Cielo, despierta, estás bien.

—¡No! Por favor.

—¡Harry!.

El moreno despertó acelerado, se sentó respirando agitadamente y observó a su novio, quién estaba sobre sus rodillas y lo miraba preocupado.

—Harry, todo pasó— Draco lo abrazó como si leyera sus pensamientos.

Harry apoyó su frente en la clavícula del rubio, sintiendo sus brazos envolverlo, como besó su cabello para luego sentir sus dedos enredarse en éste, acariciando las hebras y palpando su nuca caliente con sus dedos fríos. El moreno enrolló su cintura y se permitió relajarse.

—Soñé que los mataban...a todos— susurró con voz entrecortada —Lo ví matarlos a todos, frente de mí y no podía hacer nada, por más que rogaba o atacaba él...no se detenía.

—Él ya murió, lo mataste y nosotros estamos vivos.

—No le importaba nada, solo quería hacerme sufrir— una lágrima mojó el cuello de Draco, quién lo estrechó un poco más fuerte.

—Lo peor fue verte a tí... morir. Tu cuerpo en el suelo, no respirabas, tus ojos veían sin ver.

—Amor, aquí estoy— lo calmó al sentir como empezaba a hiperventilar, acunó su rostro y limpió la mejilla que salió del ojo —Estoy bien, tú me salvaste ¿Recuerdas?.

Harry cerró los ojos, respiró profundamente tratando de no temblar y asintió lentamente, como si no estuviera seguro de hacerlo.

—Cuando me volví mortífago por mi familia, cuando escapamos de la mansión y cuando te sacrificaste por todos. Ahí nos salvaste, me salvaste, cuando me hundía cada día más, me salvaste. Por tí, estoy aquí contigo.

Draco se sentó en el regazo del moreno, sin soltarlo en ningún momento y sin dejar de observar sus ojos. Harry se aferró a la espalda de su novio, restregando su mejilla contra la mejilla del rubio y cerrando los ojos.

Estuvieron unos segundos así, en silencio, reconfortándose por el calor del abrazo y el amor que desprendía.

—Harry, tengo que buscar algo para tu fiebre.

—Aún no te vayas...— pidió mimadamente con voz somñolienta, apretando un poco más su agarre.

Draco río asintiendo, a los pocos segundos se escuchaba la respiración acompasada de Harry indicando que se había dormido. Se soltó con cuidado del abrazo y acostó a su novio en la cama, levantándose son despertarlo y caminó hasta la cocina.

Prendió la luz, miró el reloj que reflejaba las cuatro de la mañana, peinó su cabello y se encaminó hacia las repisas de madera donde tenía todas sus pociones.

Estuvo horas cuidando a su novio, quién se bebía las pociones medio consciente por la fiebre, controlaba su temperatura mediante hechizos médicos y al final cocinó una sopa de pollo a duras penas, recordando la lección que le dió Harry.

Apagó la estufa y sirvió el líquido en un plato hondo, escogió unas verduras y pedazos de pollo para que asentará el estómago. Miró el reloj de nuevo, eran las seis de la mañana y apenas salía el sol. El microondas sonó avisando que el té de eucalipto, lo abrió con la varita y levitó la taza mientras que con su mano libre tomó el plato, caminó hasta llegar a la habitación, dónde lo esperaba su novio durmiendo.

Dejó todo en la mesita de noche, tomó la temperatura de Harry la cual había bajado considerablemente y tocó su cabello.

—Harry, despierta. Tienes que comer.

El moreno se retorció envolviendo sus piernas en la cobija, movió su cabeza soltando un quejido, abrió los ojos lentamente, bostezó y le sonrió suavemente.

—Buenos días Dragón.

Draco le sonrió con cariño, besó su frente y palmeó su mejilla para que se espabilara.

—Buenos días guapo, levántate porque tienes que comer.

—Sigamos durmiendo- juntitos, ven conmigo al mundo de los sueños.

—No, abre la boca— tomó una cucharada de la sopa y se la tendió.

Harry se sentó recargando su espalda en la cabecera de la cama, abrió la boca y comió dejándose consentir por su novio.

Minutos después en los que el moreno comió, se cepilló los dientes y Draco limpió todo lo utilizado. Ambos se encontraban acostados de medio lado en la cama, mirándose a los ojos.

—¿Desde cuándo estás despierto?— Harry acarició la mejilla del pálido, quién cerró los ojos.

—Desde las cuatro.

—No debiste...

—Mejor no digas nada, sería muy mediocre de mi parte, siendo Medimago, no cuidar a mi persona favorita en la tierra.

—Pero...

—Pero nada— posó su dedo en sus labios silenciándolo y abrió los ojos —Además, yo no soy como tus tíos, ellos no te cuidaron cuando lo necesitabas pero yo sí lo haré.

—Te amo Dragón, más de lo que puedo entender.

—Y yo te amo a ti Cara-rajada, más de lo que crees.

Harry lo abrazó, apoyando su mentón en la cabeza y el rubio apoyó su mejilla en su pecho, escuchando los latidos de su corazón, cerró los ojos para tener una siesta para recuperar las horas perdidas.

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