Misión

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Amaban salir, sin embargo, el trabajo no les permitía pasar tanto tiempo juntos como les gustaría.

Harry era Auror más por pasatiempo que por necesidad, tenía suficiente oro en su bóveda para vivir sin trabajar, pero le gustaba ayudar a las personas y no quería pasar todo el día en su casa vagando.

Draco, sin embargo, era Medimago porque le gustaba su profesión. Tampoco necesitaba dinero, le gustaba ayudar a aquellas personas que no tienen recursos o no pueden costear su tratamiento por si mismos.

Un día en el que Draco volvió temprano a la casa, se sorprendió al no encontrar a su novio. No sé alteró y decidió esperar, se dió un baño, arregló algunos documentos y preparó la cena mientras veía una película que no le atraía del todo.

Mantuvo la calma hasta que el reloj marcó las ocho de la noche, habían pasado tres horas desde que había llegado a su hogar y no habían señales de Harry. Llamó a su celular, el cual caía a buzón directamente.

Se hicieron las diez de la noche y Draco estaba tan preocupado como cabreado, quién carajos se creía Harry para llegar tan tarde sin avisarle. Se encontraba sentado en una silla del mesón largo cerca de la cocina, con una taza de té a medio tomar en su mano y leía un libro, o al menos intentaba, ya que su mirada se corría desde el reloj en la pared hacia la puerta de la entrada cada minuto.

Exactamente, a las diez horas con treinta y dos minutos, se escuchó unas llaves cayendo al piso, seguidas de una ardua maldición al otro lado de la puerta.

Draco se cruzó de brazos al ver cómo la puerta fue abierta, sin embargo se levantó de la silla al ver a su novio apoyado en la puerta cerrada, vestía su uniforme de Auror y unas heridas en su antebrazo izquierdo le alarmaron.

—Hola cielo.

—¡Nada de hili ciili! ¿Qué te sucedió en el brazo? ¡Siéntate ahora mismo! Más te vale que tengas una buena excusa porque si no te dejaré en abstinencia por un mes, estoy enojado contigo, idiota. Me preocupaste demasiado ¡Muévete!— explotó Draco empujando a Harry hacia un sillón, continuó mascullando por lo bajo cuando fue por su varita.

—Está bien, ahora. ¿Qué sucedió? Vulnera Sanentur— aplicó el hechizo, observando como los cortes profundos cicatrizaban rápidamente.

—Como sabrás bebé, tuvimos una misión hoy. Se suponía que era una revisión de rutina, pero dió la grata casualidad de que oscureció temprano y al hombre que revisabamos se convirtió en hombre lobo— ignoró la mirada de reproche del rubio y continuó —Eramos seis, por suerte logramos inmovilizarlo pero salí con estos rasguños, de resto fue misión cumplida.

—Idiota, solo un idiota ¿Qué hubiera pasado si hubiera sido peor? ¿Pretendes dejarme solo? Estaba preocupado por tí, estúpido. Sabes que te amo, pero hoy no me abrazaras mientras dormimos.

—Peeeero Draaaaaco, bebeeee. Sabes que debo abrazarte para dormir bien.

—Pues te aguantas, ahora vete a bañar y ahí te dejé la cena. Adiós— Draco se levantó y caminó hasta llegar a su habitación y cerró la puerta, dejando a Harry con un puchero en su rostro.

El Auror cenó rápidamente, se dió una ducha y ya listo para dormir, abrió la puerta suavemente mirando a su novio hecho un ovillo dándole la espalda. Caminó hasta acostarse a su lado y lo abrazó.

—Disculpame por preocuparte, sabes que te amo y estoy bien, contigo, juntos— susurró estrechando a su novio y escondiendo su rostro en el cuello del rubio.

—Cursi, buenas noches.

A la mañana siguiente, Harry se despertaría temprano y cocinaría el desayuno para ambos. Draco lo perdonaría a cambio de muchos besos y mimos durante todo el día.

-ˏˋ Momentos ˎˊ- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora