-ˏˋ Momentos ˎˊ-

Vela

—El Ministerio me la puede mam-.

—¡Ron!.

Los chicos se habían reunido en una heladería con Teddy, mientras que Harry jugaba con el niño, Draco les explicaba su situación a sus amigos.

—Ya Mione, no me regañes— se quejó el pelirrojo comiendo su helado —No puedes negar que el Ministerio está para quemarlo enterito.

—Tienes razón. Podemos quemarlo un día de éstos— concordó Pansy.

—No lo quemarán, ¿dónde seré Ministra si lo hacen?.

—Ah si, cierto.

—Centrándonos en el asunto— habló Draco —Necesitaremos ayuda para ganar el juicio.

—Tranquilo, yo escribiré un testamento diciendo lo grandes padres que son ambos.

—Gracias Blaise, lo apreciaría mucho.

Los cinco chicos estaban sentados en una mesa redonda en una tienda muggle, era un poco concurrida pero se ubicaba frente a un parque. Les gustaba mucho.

Harry corría con Teddy en sus hombros, ambos los saludaron con la mano y Draco les devolvió el saludo con una sonrisa.

—¿Tienes miedo?.

—¿De no poder adoptar a Teddy?— le preguntó confuso a Pansy.

—Claro que no, lo adoptarán... me refiero a que si tienes miedo de ser padre.

Jugó con el vasito vacío —Creo que es obvio. Harry si será un gran padre pero yo no...

—Wow, wow. Espera— Ron movió sus manos haciéndolo callar —¿Te estás comparando con Harry?.

—Sería estúpido no hacerlo, pelirrojo. Harry quiere darle a Teddy todo lo que él no tuvo— se defendió Draco —En cambio, yo no sé cómo actuar, mis padres me criaron a su manera y yo... sólo soy un mimado, aunque me cueste admitirlo.

—Ay, Draco. No te tortures por eso. Ustedes dos serán los mejores padres para Teddy, lo aman mucho y quieren adoptarlo, es lo que importa.

Draco le sonrió agradecido a Hermione.

Luego cuando se hizo tarde, volvieron a su hogar con un Teddy exhausto. Ya listo para dormir, lo arroparon y le dieron un beso de buenas noches.

—Estoy muy cansado, joder— exclamó él rubio desplomándose boca abajo sobre la cama.

Harry se sentó a su lado, le quitó los zapatos y los calcetines, acariciando sus pies pálidos.

—Tienes los pies tensos.

Draco hizo un sonido afirmativo, había cerrado los ojos disfrutando del masaje en sus pies dado por su esposo.

—¡Ay, mierda! Eso dolió— se quejó al sentir como apretaba su pierna.

—Tienes el músculo contraído.

—¿Por qué? No hice nada.

—No estás acostumbrado a caminar tanto, ni me imagino como será cuando hagas ejercicio.

Draco gimió adolorido cuando Harry apretó su pantorrilla con los dedos.

—Que el ejercicio se joda, no haré nada en mi vida— murmuró enojado.

—Igual estás buenote, no necesitas ejercicio— le consoló su esposo quién continuaba masajeando sus piernas —Deja de provocarme.

—¿Quién? ¿yo?.

—Obviamente, estás gimiendo ahora.

—Pero no porque quiero, no es culp- ¡Mierda!— lloriqueó de sufrimiento cuando sintió una punzada en su pierna.

—¿Qué decías, cariño?.

—En mi defensa— dijo Draco apoyándose de codos y mirándolo sobre su hombro —Yo puedo provocarte cuando yo quiera, porque soy tu esposo.

—¿Admites estarme provocando?.

Harry detuvo el masaje, gateando sobre la cama hasta quedar junto a Draco, quién lo miró con una ceja alzada.

—No, no lo hago. ¿Quieres provocación?— preguntó Draco con una sonrisa.

—Creo que no...

—Escucha ésto... ¡oh, oh! ¡dame más, papi! ¡No pares!.

Luego de decir eso, Draco estalló en carcajadas mientras tomaba su abdomen. Harry rodó los ojos mientras se le formaba una sonrisa, ese humor oscuro de su esposo lo iba a matar algún día.

—Tú jamás has dicho eso.

—¡Lo sé! Por eso es gracioso.

El rubio limpió sus ojos cristalizados, suspiró calmándose y fue tomado por sorpresa por su esposo. Harry lo jaló de su nuca besándolo profundamente, sólo quería hacerlo pagar por provocarlo, aunque no fuese adrede.

Ellos solían hacerse pagar por cualquier cosa. Un detalle menor.

—Espera...— susurró Draco cuando el moreno pasó sus besos a su cuello y acariciaba su muslo.

—¿Mh?— Harry mordió suavemente su manzana de Adán.

—¿Escuchas eso? Ya para, calenturiento.

Draco se levantó de la cama empujando a su esposo y salió de la habitación, dejando a Harry confundido. Se levantó siguiendo al rubio, resulta que se escuchaba un leve sollozo en la habitación de Teddy.

—¿Teddy? ¿te sientes bien?.

El niño peliazul los miró con sus ojos chocolate y formando un puchero, hipó volviendo a llorar. Draco lo sostuvo entre sus brazos y meció en su cadera. Harry se acercó a ellos y acarició el cabello de Teddy.

—¿Te duele algo?— le preguntó Harry, asintió preocupando a los adultos —¿Dónde te duele?.

—Aquí.

Teddy sostuvo el hombro de Draco y con su manita libre señaló su pijama de luna, más específicamente en su pecho dónde estaba su corazón. Sus ojos volvieron a cristalizarse.

—Duele aquí— sollozó el niño —Quiero papis, abu.

Harry miró a su esposo, quién lo estrechó contra su pecho besando su cabecita.

—Ellos están bien, cariño— el rubio acarició su cabello meciéndolo —Están con los angelitos ¿recuerdas?. Tus papis te aman mucho, tu abuela Andy también.

—Te protegerán siempre, te aman tanto como nosotros a ti— Harry abrazó a Draco por la cadera y también besó a Teddy —Nunca estarás solo, nada te pasará con nosotros.

—¿Quieres hablar con ellos?.

Teddy asintió mientras su llanto disminuía, soltaba hipidos suaves y sus mejillas estaban coloradas. Lo acostaron en su camita, Draco prendió una velita pequeña con forma de flor y ambos se arrodillaron frente al niño.

—Hola Remus, Sirius y Andy— susurró Harry tomando la mano de Teddy.

—Esperamos estén bien.

Los adultos miraron al niño esperando a que hablara.

—Hola papis y abu...— susurró cerrando los ojitos —Los extrañó mucho... tío y padrino me cuidarán como abu lo hacía.

—Lo haremos— susurraron al unísono.

—Adiós, tengo sueñito. Los amo.

Teddy sopló la llama de la vela y abrió los ojitos, les sonrió a ambos chicos y besó la mejilla de Harry, luego la de Draco y se acurrucó en su cama abrazando al lobo de peluche.

—Buenas noches, Teddy.

—Buena noche, tíos.