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—¿Con quién hablas? —Shuhua levantó la mirada, notando a Soojin lista para irse a la escuela. Shuhua estaba sentada en las escaleras de la entrada de la casa de la mayor, guardó su teléfono y se puso de pie para así comenzar a emprender el viaje.

—Una amiga que hice en Taiwán. —Soojin levantó una ceja pero luego recordó que tenían planes de cenar juntas y seguramente ahí podría interrogarla sobre todo lo que había pasado durante el verano. —Ven, debes tener frío. —A falta del sweater que había olvidado en casa de Lucy, Soojin envolvió una bufanda alrededor del cuello de Shuhua. Una sonrisa se formó en la menor al sentir el suave pero notorio aroma de Soojin en la prenda.

El caminar era silencioso pero no había problema para ninguna de las dos. —Me gustó la foto que subiste anoche. —Shuhua quedó confundida por unos segundos hasta que comprendió que se refería a la fotografía que había subido a su instagram.

—El cielo estaba muy lindo anoche, lleno de estrellas. —Explicó Shuhua, sonriendo ante el recuerdo.

—La descripción ¿Por qué? —La sonrisa se esfumó, y la imagen de Miyeon volvió a su cabeza. La descripción que le había puesto a la fotografía decía "Ya no llores, el cielo es hermoso". No sabía la razón por la cual no podía dejar de pensar en la cajera y en lo vulnerable que se veía, las palabras en la descripción iban dedicadas a ella aunque no la viera.

—No sé, me sentía poética. Y quién sabe, a lo mejor alguien estaba triste y ese mensaje le arregló la noche. —Parte de eso era verdad, aunque ese alguien al que se refería era más bien una chica que no dejaba de dar vueltas en su cabeza. —Eres muy buena para este mundo. —La sonrisa de su mejor amiga le ablandó el corazón, ella no se sentía así pero cuando los cumplidos eran de parte de la más alta las cosas eran diferentes.

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El día había sido bastante tranquilo, el almuerzo lo compartió con Yuqi y el resto de sus clases las pasó sin problemas ni detención. Ya en su casa, Shuhua se dio una rápida ducha y se puso ropa cómoda para ir a la casa de su mejor amiga. Su padre nuevamente tendría que trabajar hasta tarde por lo que había decidido pasar la noche con su vecina.

—¡Shuhua! —La señora Seo le dio la bienvenida, llevando a su querida Taiwanesa entre sus brazos. —¿Estás más alta? —Shuhua comenzó a reír, notando como la señora Seo la revisaba por todos lados comprobando que estuviera bien.

—Soojin dijo lo mismo, quizá crecí un poquito. —La mirada de la señora Seo siempre era de orgullo, su instinto maternal se activaba cada vez que veía a la pequeña Shuhua, porque para ella siempre sería la niña de ocho años que lloraba cada día.

—Hablando de Soojin ¿no se vinieron juntas? —En ese momento Shuhua se percató de que eran las únicas en la casa. Se encogió de hombros y tomó asiento en la isla de la cocina, hábito que tenía cada vez que veía a alguna de las Seo cocinar para ella.

—Seguro no demora en llegar, me puedes ayudar a preparar la mesa. Seremos las tres ya que mi esposo salió con sus amigos hoy ¿Te quedarás a dormir, verdad? —Shuhua asintió, poniéndose a trabajar en la tarea que le había dado la señora Seo.

Después de un rato, la comida ya estaba preparada pero todavía no habían señales de Soojin. Su madre se preocupó, llamándola para recordarle que había prometido cenar con ellas. Shuhua intentó no sentirse mal y aceptar que ahora Soojin tenía más cosas de qué preocuparse además de hacerle compañía.

—Está bien, mamá Seo. —Shuhua la tranquilizó, desde que ella y su hija se habían hecho cercanas la Taiwanesa tenía la costumbre de llamar como mamá a su vecina. —Podemos empezar a comer nosotras y luego Soojin unnie se nos puede unir. —Un poco más tranquila, la señora Seo asintió y comenzó a servir la comida para ellas dos.

Viéndote con sus ojos (Miyeon&Shuhua)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora