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—Te dije que lo harías bien, estaban todos impresionados. —Shuhua negó rápidamente, no acostumbrada al exceso de carisma y alegría que Miyeon irradiaba. Y además no le gustaba cuando otras personas agrandaban su ego con complementos que ella no era capaz de creer.

—No exageres, unnie. —Shuhua lamió su helado un par de veces antes de seguir hablando. —Pero se sintió bien y los chicos se veían bastante amables. —Miyeon contaba monedas para luego dárselas a la señora que compraba. Cuando por fin estaban solas, la mayor se volteó para darle toda su atención a Shuhua.

—¡No estoy exagerando! Realmente todos se enamoraron de ti, nadie había sido aceptado de forma unánime en el club. —Shuhua sonrió de forma genuina, aceptando que quizá se merecía algunas buenas palabras después de todo. —Deja de sonreír como boba y termina ese helado que se va a derretir. —Pero la menor continuó sonriendo un par de segundos más antes de volver al helado.

Ese día había sido el día de la audición en el club de teatro y pese a la reciente mala experiencia de Shuhua con las audiciones las cosas habían salido bien. Sus líneas las dijo como salidas del corazón y sus expresiones se veían tan reales que algunos de los estudiantes se emocionaron con su manera de actuar. Rápidamente el equipo había votado y Shuhua había sido aceptada dentro del selecto grupo de estudiantes que pertenecían al club de teatro.

Luego de eso Miyeon y Shuhua caminaron juntas de vuelta y sin ánimos de querer estar en su casa la Taiwanesa se había ofrecido a acompañarla por un rato en el negocio. El helado había sido regalo de Miyeon, quien quería mimar un poco a la chica de cabello largo por su exitosa audición.

Y ahí estaban, Shuhua sentada sobre el mesón y la más alta tras la caja registradora atendiendo a las personas que pasaban. —¿Cómo haces para trabajar aquí y no comer todo? —Preguntó Shuhua y Miyeon se sorprendió con la seriedad con la que hacía la pregunta, no podía evitar sentirse conmovida por esa extraña combinación entre madurez en infantilismo que representaba Shuhua, era encantador.

—A veces como cosas pero prefiero comer en casa con mis padres. —Admitió y Shuhua sonrió, le gustaba conocer detalles sobre los gustos y modos de Miyeon. —Hablando de eso ¿Te gustaría quedarte a cenar? Mi padre hace una pasta deliciosa—.

Shuhua estaba a punto de responder cuando una voz familiar se escuchó y las puertas automáticas del mini supermercado se abrieron. Rápidamente se tiró del mostrador y se escondió entre las piernas de Miyeon quien las separó, mirando al suelo sin entender el repentino actuar de Shuhua. La menor puso su índice sobre sus labios para indicarle que se quede en silencio y Miyeon asintió, viendo ahora a la pareja que caminaba por los pasillos del negocio.

—Anda, ven conmigo. Estoy segura de que la película te gustará y no te quedarás dormida como la última vez. —La voz del hombre era lo suficientemente fuerte como para que Shuhua la escuche desde su incómoda posición. Miyeon por otro lado comenzaba a escanear los distintos productos que iban dejando sobre el mesón.

—Ya te dije que no puedo, oppa. Mamá quiere que cene en casa y además quiero ir a la casa de Shuhua. No supe nada de ella en todo el fin de semana y estoy preocupada. —Miyeon comenzó a hacer rápidas conexiones y con sorpresa en su rostro logró comprender que frente a ella se encontraba la famosa Soojin.

—Sabes, esa niña no me agrada. —Miyeon saltó en su lugar al sentir que algo apretaba su pantorrilla, bajó la mirada y vio a Shuhua mordiendo su labio y aferrada a su pierna como buscando apoyo emocional. —Dijiste que era adorable pero por lo que me has contado parece una molestia. —Miyeon interrumpió la conversación para decir el monto de su compra y el chico asintió.

—Oh, me das uno de esos. —El chico apuntó a una caja de golosinas que se encontraban tras Miyeon. Leyendo el lenguaje corporal de la mayor, Shuhua soltó su mano y dejó que Miyeon caminara al otro estante.

Viéndote con sus ojos (Miyeon&Shuhua)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora