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—¿Seguro que estás bien? —Shuhua descansaba su cabeza en el regazo de Miyeon, ambas sobre una manta frente al lago. La menor asintió y Miyeon tomó la oportunidad de acariciar sus facciones, Shuhua realmente era hermosa. Tenía esa belleza que te hacía enrojecer y voltear a otro lado para no demostrar los nervios que provocaba con su hermosura natural.

Miyeon sentía confianza y dejaba que Shuhua viera sus mejillas enrojecidas, no tenía idea de que era una de las vistas favoritas de la más baja.

—Tus ojos no te creen. —Shuhua rió, optó por cerrar los ojos y Miyeon no pudo evitar reír. Sin importar la situación, la Taiwanesa siempre encontraba la forma de salirse con la suya o de bajarle el peso a los momentos serios.

—Shu. —Llamó de nuevo, pellizcando su mejilla.

—Mmm. —Suspiró intentando actuar como si estuviera cansada, Miyeon pensó en no insistir pero al mismo tiempo creía que las dos tenían mucha más confianza que hace un par de semanas atrás. Se creía con el derecho de insistir un poco.

—¿Qué pasa? —Al notar el tono preocupado de la mayor decidió que no podía evitar hablar. Abrió sus ojos y dejó que Miyeon viera una vez más esos ojos vulnerables y pesados que ella sabía leer a la perfección.

—Han pasado cosas. —Confesó. No estaba segura de si estaba lista para lanzarle a Miyeon todo lo que la tenía intranquila. No había desconfianza, era el miedo de ser mucho en muy poco tiempo. Desde su primer encuentro Miyeon siempre había tenido algo en qué ayudar a Shuhua. Siempre la veía vulnerable y expuesta.

No era su culpa, Miyeon había aparecido en un momento de su vida en que todo lo que antes hacía sentido dejó de tenerlo.

Shuhua buscó su mano y la retiró de su rostro, entrelazo sus dedos y la llevó a sus labios para dejar un beso ahí. —Me da miedo abrumarte con todo. Ya has hecho tanto para mi y luego yo estoy aquí intentando ser bonita para devolverte un poco de lo que me das. —Miyeon rió, a veces Shuhua demostraba su inocencia de la forma más natural.

—No quiero que pienses eso. —Miyeon pausó para encontrar las palabras correctas, un hábito que a Shuhua le provocaba un poco de ansiedad ya que odiaba esperar. —Mi vida no es una locura, pero mi familia también está destrozada. Mamá apenas se mueve y papá intenta hacer como que nada malo sucede cuando claramente el apenas se contiene. —Mientras Miyeon hablaba Shuhua continuaba acariciando sus dedos. —Antes de conocerte todo era tan deprimente, tener que trabajar por obligación y el ser completamente dependiente era algo que odiaba. —Miyeon pensó que su voz podría quebrarse en cualquier momento, pero decidió ser fuerte. —Hasta que llegaste tu. —Su voz terminó de salir en un suspiro, y Shuhua no pudo dejar de verla. Realmente no esperaba abrirse tanto, pero si era eso lo que necesitaba para que la Taiwanesa se sintiera segura de hablar con ella entonces lo haría.

—Desde que empezamos a pasar tiempo juntas la vida se siente más ligera. —Por fin sonrió, ayudando a que de esa forma Shuhua sintiera la sinceridad. —Me gusta ir a casa porque sé que estaré contigo. Me gusta ir a la escuela porque sé que de vez en cuando me toparé con tu sonrisa y me encanta despertar cada día porque significa estar contigo nuevamente. —Shuhua soltó la mano de Miyeon y se sentó para poder quedar frente a ella. Se abalanzó lo suficiente contra la mayor para así poder besarla, los labios de ambas se ajustaban de forma perfecta (la práctica hace la perfección) y por primera vez las dos sintieron que algo había cambiado. Quizá había sido la sinceridad de Miyeon o el que Shuhua comprendía finalmente lo mucho que importaba en la vida de la mayor. Pero lo que había en ese beso era amor, y las dos lo sentían.

—Me gustas. —Las dos sonrieron todavía con los labios pegados y Miyeon asintió, comprendiendo lo que esa confesión significaba. —Me gustas mucho. —Terminó por asegurar Shuhua y la mayor supo que su mayor inseguridad ya no existía, de aquí solo se podía ir hacia adelante.

Viéndote con sus ojos (Miyeon&Shuhua)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora