Capítulo 2; La mejor sensación.

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Me despierto, y ella ya estaba preparada para salir, como siempre.

Se encontraba jugando con su pequeño sombrero que adornaba su suave cabello blanco, mirándose al espejo hasta percatarse de que estaba apoyado en mi mano viéndola desde mi cama con una sonrisa divertida.

— ¿Desde hace cuánto estás viéndome pervertido? — pregunta de una forma acusatoria. Me reí levemente.

— Acabo de despertar — dije para después levantarme y empezar a arreglarme.

Salimos de nuestra habitación hablando como siempre, y los pasillos estaban vacíos, ya que nosotros solíamos darnos el lujo de hablar una hora, al menos, antes de que empiecen los entrenamientos. Desde que me volví un Caballero Sagrado no teníamos tanto tiempo para hablar como antes.

— ¡No quieras engañarme! Recuerdo muy bien lo pervertido que eras cuando molestabas a Elizabeth en sus reencarnaciones — me regañó entre risas riéndose de los recuerdos. Alce una ceja y me crucé de brazos.

— ¿Hueles eso? ¡Detecto celos! — Con mi dedo índice toqué su mejilla molestándola.

— Claro que no. ¿Porqué debería? Solo intentas negarlo, Meliodas — Mi sonrisa, se hizo más grande al escuchar mi nombre, y no "amo" como lo hacía el día anterior.

— Bueno, has vuelto a la normalidad. Qué alivio — Mis brazos se colocan detrás de mi nuca y cierro mis ojos.

— ¿A qué te refieres? — preguntó luego de unos segundos.

— Me gusta más que me llames por mi nombre, siento que estás conmigo por obligación y no por gusto cuando me dices "amo" — Y no era mentira. Aquella palabra, me incomodaba mucho, y me hacía pensar que ella se creía una sumisa sin vida propia. Y ella no era eso. Era algo mucho más importante.

— Meliodas~ — Esta vez, ella me tocaba la mejilla. Lo había dicho de forma divertida.

— Oye, tampoco abuses.

— ¿A dónde iremos hoy? Es decir, aún iremos con tus amigos a beber ¿cierto? — Su pregunta me pone nervioso. Aún no me agrada la idea de permitir que otros la vean.

— Ah, sí, iremos... ¿Porqué? Si no quieres ir de seguro ellos lo entenderán — Ella niega.

— A decir verdad, me siento más nerviosa que emocionada. Me acostumbré tanto a que sólo Ellie y tú me vean que, las miradas de otros me pondrían incomoda y no quiero arruinar el pequeño festejo — Acaricié su cabello levemente, y le sonrío para tranquilizarla.

— Descuida (Nombre), yo estaré contigo ¿sí? Y si llegas a incomodarte, ya veremos qué excusa poner — La peliblanca me devuelve la sonrisa, y pareció calmar sus nervios.

Pasadas las horas de entrenamiento, todos se habían ido para ponerse ropa cómoda y así ir a beber. Para cuando terminé, fui a buscar a (Nombre) que estaba hablando con Ellie en su habitación.

— Y entonces, Adán y Eva fueron expulsados del paraíso debido a la ira de Dios por desobedecer sus órdenes — La peliplata abrió la boca sorprendida desde su cama, ya que era casi la hora de dormir. La de ojos verdes se rió para sus adentros ante la exclamación de la princesa.

Sonreí al ver tal escena, me hacía feliz ver que en cada reencarnación de Elizabeth, ninguna de las dos perdían el cariño que se tenían.

— ¿Lista para irnos? — pregunté ya cuando mi Ángel se dio cuenta de mi presencia. Asintió y le plantó un pequeño beso a Ellie en la frente.

— ¡Adiós a los dos, diviértanse! — La pequeña movió sus manos despidiéndose.

— ¡Adiós, Elizabeth!

Mi Ángel | Meliodas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora