Capítulo 5; Pecado.

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Años indefinidos antes...

El cielo estaba iluminado por el sol, los ángeles agradecían otro día más a su padre y creador.

Dios estaba más que agradecido por tener a todos sus hijos felices, sin embargo había algo que le preocupaba y por ende, llamó a una reunión a los más importantes y confiables de sus Arcángeles.

Casi todos estaban reunidos, tan sólo esperaban la llegada de alguien en especial.

— Padre, ¿cuánto tardará Luzbel en llegar? — Su padre suspiró y apuntó a la puerta.

En ese momento dicho anfitrión apareció como toda diva por la puerta.

— ¡He llegado, seres inferiores! — exclamó con un tono bromista. —. Ah, extrañaba este lugar. (Nombre)... — La nombrada apareció detrás de él.—... Sígueme, no te quedes ahí. Nuestro hermanos deben extrañarte. — dijo despreocupadamente.

— Por supuesto, Amo Lucifer.

— ¿Y eso? Luzbel, volviste a bajar a la tierra — Rafael, el más confiable de todos después de Lucifer lo miró divertido.

— Sólo me divierto. En el infierno hace mucho calor. No lo entenderías — Esa última frase, a pesar de sonar como otra broma, Rafael supo leer entre líneas.

— Creo que el cielo azul es más indicado para mi — rió por dentro. Lucifer sonrió de lado, con un destello peculiar en los ojos.

— Sí, puedo verlo.

— Hijo, que bueno que llegas. La reunión podrá empezar ya que estás aquí — Dios sonrió y en cuanto el regente del infierno llegó frente a él, recibió unas pequeñas palmadas de su padre en la espalda.

— Gracias padre, lamento en serio la tardanza. (Nombre), siéntate — Ella acató la orden.

— La razón por la que los reuní a todos hoy, es porque he decidido enviar a alguien que corrija mi creación — Gabriel movió su cabeza.

— ¿Hablas de los humanos, padre? — Lucifer rodó los ojos, dejando atrás unos leves segundos la expresión alegre.

— Pues, es la única creación corrupta de padre.

— ¿Quién es el elegido?

— ¿Es alguno de nosotros?

— No, hijos míos. Iré yo mismo — Ante esas palabras, todos se alarmaron. Mientras que (Nombre) lo observó sorprendida.

— Padre, ¿qué pasará con nosotros? ¿Cómo podremos seguir sin usted a cargo? — preguntó Gabriel preocupado.

— Me enviaré en alma y fe. El Espíritu Santo le otorgará a una mujer humana a un bebé que cambiará las cosas. Mi hijo será la salvación del hombre — Los Arcángeles suspiraron, ciertamente aliviados.

— Padre, ¿tendré alguna intromisión en el camino de mi futuro hermano? — quiso saber Luzbel.

— Sí, hijo. Tú serás quien ponga a prueba al prójimo — Él asintió, evitando que todos noten que su rostro cambió a uno ciertamente serio, y (Nombre) por debajo de la mesa de reuniones le tomó la mano.

Sabía bien que su Amo estaba harto de ser el malo de la historia. Deseaba limpiar su nombre, decirle a la gente que su padre nunca lo expulsó del cielo, tan sólo al ser el más confiable de todos lo eligió para controlar el infierno en su lugar.

— Mi querido Luzbel, no sientas angustia. Algún día, las personas te verán por quién eres de verdad. Dejarán de verte como el malo y te aceptaran por tu verdadero yo — le dijo su padre, logrando que este se sintiera mejor.

Mi Ángel | Meliodas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora