Capítulo 20; Un simple demonio.

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Tras entrenar bastante, Jena finalmente dejó ver el ámbar de diosa que contenía todo el poder de Meliodas.

(Nombre) en el fondo aún estaba sorprendida de cuán fuerte era él, aunque los demás estaban peor.

El poder salió del ámbar y se apoderó de todo el cielo, como si este oscureciera de repente, hasta que el rubio la absorbió por completo.

— Eso es... mi poder definitivamente regresó — dijo él, haciendo que los presentes tiemblen de miedo.—. ¡Nah, es broma! — (Nombre) negó, poniéndose un poco de buen humor.

Meliodas se acercó a Merlín tras vestirse con el atuendo que le obsequió Elizabeth, pidiendo ser transportado con los Diez Mandamientos.

— ¡Yo también voy! — dijo la Ángel.

— ¡¿Qué?! ¡Señorita (Nombre) no creo que usted...! — Gilthunder fue interrumpido.

— Esta bien, pero no demuestres tu amor por mi demasiado, ¿entendido? — Ella sonrió ante las palabras del dragón de la ira.

— Y tu no hagas nada pervertido, ¿sí?

— ¡Sir Meliodas! ¿Está seguro de esto?

— Claro, ¿por qué no? (Nombre) es muy consciente de a dónde va y muy fuerte también. Además, todos nos encontraremos con los mandamientos de cualquier forma — El capitán pasó su brazo por la cintura de la susodicha.

"Además, no la llevaría a ningún lado en el que no la pueda proteger. No permitiré que le hagan daño a mi única razón de seguir sonriendo."

— Capitán Meliodas, ¿por qué no lo piensa bien antes de-...?

— Oye, sólo iremos a saludar, tranquilízate — Ambos saludaron con una mano y desaparecieron, dejando a Gilthunder con las palabras en la boca.

De repente aparecieron frente a los diez Mandamientos, los cuales observaron a ambos confundidos.

— ¡Es Meliodas! — avisó Zeldris.

— ¡Soy yo! — Meliodas saludó.

— Y.... ¿una Diosa?

— ¡A un lado! — Galand de un salto quedó delante de ambos.—. Estas presas son mías, yo seré quien les dé el golpe fin-...

Un golpe fue suficiente para callarlo.

— A diez metros de ella, Galand — Meliodas se apartó de ella para darle otro golpe al mandamiento de la verdad.

— Un momento... tú... — Melascula, mandamiento de la fe, de repente estaba a un lado de la chica.

(Nombre) suspiró irritada. Justamente ella era una de las pocas personas que la Ángel no toleraba.

La de cabello lila acercó una mano a su rostro, pero la contraria la tomó por la muñeca.

— ¿No conoces el espacio personal?

— Ya te recuerdo... sí, eres la diosa a la que casi devoro su alma — Relamió sus labios.

— Oh, ya te recuerdo a ti... — se apartó.—. Eres el reemplazo de otro mandamiento, me han dicho que eres la débil. ¿Estoy en lo cierto? — Sonrió con burla, algo que a la contraria molestó.

— Eres más habladora que la última vez.

— Y tú más vieja.

Melascula sonrió de forma macabra, escondiendo la furia que surgió por el comentario.

— Diosa inútil.

— Serpiente de cuarta.

Ante eso, la mujer de pelo lila no lo soportó más y lanzó un golpe dirigido a ella, pero de repente (Nombre) apareció detrás y le dio una patada que la lanzó encima de Galand, el cual estaba por levantarse de la paliza que le dio Meliodas.

Mi Ángel | Meliodas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora