Capítulo 24; Revelaciones.

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(Nombre) miró a Lilith con total desconfianza. El ambiente estaba tan tenso que sólo provenía de la azabache. Fue entonces, que recordó que ella estaba a punto de decirle algo justo antes de desaparecer en la celda la última vez.

— Meliodas... — murmuró. Parpadeó sorprendida. Deseó que sus sospechas no fueran ciertas.—. ¿Tiene que ver con él?

— Averígualo. Pero no te puedes arrepentir de tu decisión.

— Es no tiene-

— (Nombre) — la detuvo, poniendo una mano frente a ella.—. Si pasas doscientos años aquí, allá serán unos meses, cualquier cosa puede pasar en ese tiempo — insinuó, refiriéndose a Luzbel.—. La otra opción lleva el tiempo que te cueste creerlo.

— ¿Es tan... grave?

— Sí me preguntas a mi, y con palabras honestas, es una mierda. El siguiente paso de una mentira que te rodeó toda la jodida vida.

No respondió. No sabía qué. Tragó saliva y lo pensó detenidamente. Lilith tenía razón, si Luzbel no estaba aquí, entonces podría ir directo a Meliodas y entonces no sabría qué hacer. Sin embargo, ese algo tan malo podría ser perfectamente una trampa para encerrarla en algún lugar o manipularla.

— Me dejarás ir, sin importar qué decisión tome, ¿verdad? — Lilith asintió, pero antes de que pudiera avanzar, la detuvo de nuevo.

— Preferiría que elijas seguirme, por los... por ti. Pero esto es cosa tuya — murmuró al final. (Nombre) sonrió con cierta burla.

— Creí que había perdido a la Lilith que se preocupaba por mi — La azabache chasqueó la lengua.

— El rencor no es por ti. Lo entenderás más tarde.

— Entonces, guíame — La demonio sonrió, complacida con su respuesta final.

— Es por aquí — Se dio la vuelta.

La siguió sin saber qué le esperaría, pero lo que más quería es que le tomara todo el menor tiempo posible. En todo el trayecto se preguntó cómo irían las cosas en casa. Ya que mientras para ella pasó una hora, allá ya deberían haber pasado unos días. Esperaba que Meliodas ya haya despertado.

No habló con Lilith, pero notó que después de unos minutos largos caminando jugaba con sus manos de manera disimulada. Alzó una ceja, poniéndose ansiosa.

Miró a su alrededor. Habían salido del infierno y ahora estaban en un bosque, un bosque que reconocería en cualquier parte.

— Aquí...

— Fue donde se veían a escondidas — terminó la azabache.

— ¿Cómo lo sabes?

Lilith no volteó, pero caminó más lento, como si no quisiera llegar al destino.

— Él me lo dijo.

Fue cuestión de unos minutos para llegar. Frente a ellas había sauces llorones que formaban un camino, sus hojas rodeaban el paso, y de lejos no podía ver bien, debido a que Lilith tomó su mano y se adentró al lugar.

Observó la naturaleza a su vez que recordaba todo lo que había pasado en ese día. A pesar de los siglos, nunca olvidó un solo detalle. Y ahora, caminando de nuevo a ese lugar, todas las sensaciones eran las mismas.

Las hojas de los árboles le hacían cosquillas, tenía un hormigueo en el estómago, en aquel entonces de emoción, y ahora de nostalgia. Muchas veces se preguntó si se sentiría igual cuando Meliodas volviera a ese lugar, si se mirarían y pasarían todo el día allí, sólo ellos dos.

Mi Ángel | Meliodas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora