Capítulo 27; Misión. (3/3)

749 72 6
                                    

Nos vemos, Meliodas.

Y, con esto último, ella se fue.

Fue entonces que se permitió soltar el aire que contuvo, y su cuerpo perdió la rigidez. No supo cuánto tiempo miró el cielo, quizás esperando que vuelva y lo lleve lejos, pero era poco real su fantasía.

La realidad era más complicada.

Con un suspiro, sintió como el dolor de cabeza volvía. El cansancio de los últimos días por no haber dormido, más los entrenamientos y su propia investigación personal del reino sur, relajarse tan abruptamente quizás fue lo que su cuerpo necesito para caer rendido al suelo.

Un tiempo después, un sirviente lo encontró inconsciente, y corrió rápido a avisar para que lo lleven a la enfermería.

Pasaron unas horas hasta que finalmente pudo despertar, pero el dolor siguió en su cabeza. Sentía como si le palpitara y sabía que eso no era normal.

Parpadeó hasta acostumbrarse a la luz. Lo primero que Meliodas divisó fue el rostro de Gowther, el mago real. Este lo miraba con una mueca neutral, como hacía con todo, pero esta vez, pudo notar un atisbo de curiosidad.

— Es un gusto verlo despertar, príncipe — fue lo primero que dijo. El rubio se sentó en la cama con inquietud y confusión.

— ¿Qué me pasó? — preguntó, aturdido.

— Aún no he logrado saberlo — Acomodó sus lentes. Por un momento, Meliodas notó incomodidad en el ambiente.—. Príncipe, ¿sabía usted que está rodeado de un aura extraña?

— ¿Aura extraña? ¿Qué quieres decir?

— Me temo que no sé mucho al respecto, pero, tengo una teoría — Se acercó una sirvienta detrás de él, la cual sostenía su maletín. Él lo abrió y Meliodas pudo ver distintos frascos con líquidos de varios colores. No le gustó eso.

Gowther era un mago y un doctor con creencias paganas, lo cuál era incómodo para el rubio considerando que estaba enamorado de una ángel creyente de todo lo contrario. Sentía que de alguna manera estaba traicionándola a ella y lo que era aceptando ser tratado con cosas como esas.

Por eso mismo, cuando el peli-rosa se acercó a él con un frasco, alzó una mano para detenerlo.

— No quiero tus medicamentos.

Gowther frunció el ceño, claramente confundido.

— ¿Cómo dice, su Alteza?

— Lo que oíste.

— ¿Puedo saber la razón?

— Es cuestión de creencias.

Con ello, él entendió todo. Suspiró y decidió hacerle caso, pero no se fue sin antes decirle algo más cuando estuvieron solos en la habitación.

— Comprendo sus palabras, Alteza. Pero me preocupa su situación. Por si acaso no salga mucho del palacio, por favor.

— Entiendo — aceptó, no muy contento.

— ¿Usted tuvo contacto con algo... extraño? — preguntó de repente, justo antes de abrir la puerta.

— No, no creo... — mintió.

— Qué extraño — admitió.—. El aura extraña que veo a su alrededor es... cómo un imán a cosas que no son parte de nosotros.

— ¿Cosas... cómo qué? — cuestionó, abrumado por la mirada tan seria de su contrario.

Mi Ángel | Meliodas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora