Capítulo 26; Misión. (2/3)

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- Un... ¿un error?

- Es lo que dije - Luzbel lanzó el informe en algún lado y miró a (Nombre).

- No lo entiendo. ¿Cómo es que...?

- Hace unos días me informaron que faltaba un alma. Y, como te he dicho desde un principio, no debe haber ningún alma que debe morir en el mundo de los vivos.

- ¡Lo lamento tanto, Amo Luzbel! - Ella se arrodilló ante él. Se sentía furiosa consigo misma y a la vez, aún confundida. ¿En qué momento se descuidó?

- Ah... - Luzbel suspiró.-. Como es tu primera misión y un solo error, lo dejaré pasar. Pero tienes que encontrarla lo antes posible. ¿Entiendes?

- ¡Sí, sí lo entiendo! ¡Me haré cargo!

- Ajam. Vete ya - (Nombre) asintió. Hizo una reverencia y se fue en busca del alma. Luzbel la vio irse con el ceño fruncido. Chasqueó los dedos, y de inmediato apareció un demonio.-. Vigila sus movimientos e informame cualquier cosa extraña.

- Sí, señor... - El demonio desapareció. El ángel se cruzó de brazos.

- ¿En qué estás metida, (Nombre)?

Se levantó de su trono y extendió sus alas. Voló por el caluroso aire entre los gritos desesperados a lo que se acostumbró hace tiempo. Recordaba que antes, apenas nombrado rey, tuvo ciertos problemas en contener sus disgustos ante los ruidos, pero en ese tiempo, los humanos no le caían tan mal.

Ahora todo era diferente. Ahora veía la realidad.

Los humanos comenzaban a creerse superiores de Dios, el mismísimo creador, ¿cómo siquiera podían considerar eso? Destruían su arte, se alejaban de él, con cada acción malvada él los odiaba más.

Lo cual de cierto modo hacia que comience a disfrutar del dolor que aquí recibían. Se deleitaba, no podía negarlo. Lo mejor de todo era cuando tenía que encargarse él mismo de un castigo, allí se desahogaba de la rabia que le generaban.

Luzbel no era como su padre. Lo sabía a la perfección. Dios los perdonaba a pesar de todo, él no podía. Y cada día entendía menos a su padre por eso. ¿No guardaba ni una sola pizca de decepción? ¿Por qué esperaba de los ángeles lo mejor pero los humanos eran perdonados por sus mil errores?

Era tan injusto. Pero no podía hacer nada. Jamás podría derrotar a su padre o hacerle cambiar de opinión. No le llegaba ni a los talones.

O eso pensaba hasta la llegada de (Nombre).

Hace unos milenios, hurgando en los viejos escritos de Dios, encontró una antigua leyenda. Allí descubrió que todo lo que decía su padre era mentira. Sobre él, sobre todo lo que conocía, sobre su propio poder. Y de lo que esa ángel era realmente.

Y desde entonces supo que su padre no era imposible de derrotar. Pero para eso, necesitaba a la peli-blanca de su lado.

Oh, y sabía cómo lograrlo. Fue tan sencillo teniendo a Lilith comiendo de la palma de su mano. Aquella bruja con la mínima pizca de atención era capaz de hacer por él cualquier cosa. Eso era lo que necesitaba.

Pronto iría a verla. No era la primera vez que le pedía sacarle "información" a (Nombre). De esa forma logró acercarse a ella. Convencer a todos de volverla su mano derecha no fue muy difícil tampoco, y fue cuestión de tiempo conformar un ejército dispuesto a una rebelión contra Dios.

Mi Ángel | Meliodas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora