En algún momento entre el último siglo a.C. y el primer siglo d.C. Fenri decidió que quería conocer el mundo a su manera, explorar con sus recursos, saber cómo se podía sentir estando en completa libertad y soledad, entonces fue cuando decidió abandonar a su madre y hermanos por primera vez.
Guiado por los relatos de su madre la cual se había sincerado con él sobre su origen tiempo atrás, decidió visitar aquellas tierras casi inexploradas, y al igual que su padre, viajó en barco hasta a aquel lugar. Encontró la civilización descendiente de la de su madre, pero de ella ya no quedaban ni recuerdos. Deseando explorar más aquellas tierras, se alejó abandonando a la tripulación que lo acompañó y viajó a pie hacia el norte, dejando atrás aquella exquisita vegetación, dando pie a desiertos y después a majestuosas montañas que no pudo ni quiso ignorar.
Decidió quedarse en aquel lugar por un tiempo indefinido y se dedicó por semanas a construir una casa donde resguardarse. Durante este tiempo sentía que alguien lo vigilaba pero no le prestaba la menor importancia, no le temía a ataques de ningún tipo, al contrario, le tenía lastima a quien pensara en atacarlo. Entonces, a la segunda luna después de llegar aquel lugar que había elegido para ser su hogar, una bestia lo sorprendió en medio de la noche, era algo parecido a un hombre de comportamiento animal y salvaje, sus dientes eran irregulares, largos y afilados, sus garras parecían de hierro, precisas y poderosas, todo en el anunciaba peligro y muerte, sobretodo sus ojos que tenían un color plateado y una intención asesina.
Le costó trabajo quitarse de encima a aquel ser y someterlo, tuvo que atravesar el hombro de la creatura con su espada y dejarlo clavado en la tierra, pensó que con eso bastaría ya que aquello tenía solo dos opciones, morir desangrado con la espalda sujetándolo al suelo o desgarrarse el hombro y salir huyendo para morir lejos. Con estos pensamientos en mente entró a su casa y descansó con tranquilidad, su sorpresa fue al día siguiente cuando al salir a ver qué había pasado con su atacante este estaba dormido al lado de su puerta abrazado a la espada que lo había aprisionado.
Ahora su apariencia era la de un humano cualquiera, su boca y sus manos habían regresado a la normalidad. El hombre estaba más que dormido, estaba inconsciente tanto que Fenri pudo revisar sus dientes los cuales también era normales como los de cualquiera, incluso se animó a abrir uno de sus ojos el cual mostraba un color café y no plata como antes.
Cargó al hombre en brazos y lo llevó hasta su colchón de paja donde lo depositó, este no fue un acto de pena por atacarlo o de solidaridad con un hombre inconsciente, fue todo por mera curiosidad y nada más.
Diez días permaneció inconsciente, durante los cuales Fenri lo observó y estudió a detalle. El hombre tenía el cabello largo y muy oscuro, su piel no era tan morena como la de los otros hombres que había visto desde su llegada a aquellas tierras, era ligeramente más clara y, de algún modo, grisácea, tenía los rasgos de los salvajes de la zona pero a la vez lucia embellecido. En los días que el hombre tardó en despertar Fenri esperaba que alguien pasara cerca de donde estaban en su búsqueda, pero no fue así. Otra cosa que pudo notar es que la herida que le había provocado con la espada no se infectó sino todo lo contrario, sanaba a una velocidad inhumana; al cabo de tres días la herida había sanado por completo, dejando solo una marca blanquecina en la piel.
Cuando el hombre despertó su primer impulso fue huir, pero Fenri no se lo permitió. Aquel hombre se resistió pero al final se resignó a quedarse.
Ambos estaban sentados en el suelo de la rudimentaria casa viéndose a los ojos. Fenri trato de hablarle, pero el otro no le comprendía y viceversa, al final optó por utilizar uno de sus muchos dones y lo más rápido que pudo vio todo acerca de su lenguaje en su mente, el otro sintió como revisaba su cabeza y lo dejo hacerlo solo para ver hasta dónde podía llegar.
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En los tiempos de los Dioses
Ma cà rồngIyali se había retirado a dormir, la paz duro tan solo una década, durante la cual los niños crecieron, los vampiros descansaron y los humanos aprendieron de nuevo a vivir por su cuenta. Entonces las alarmas sonaron, las cámaras enfocaron al hombre...