CAPITULO DIEZ IYALI PARTE TRES. LA MADRE DE TODOS.

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Casi dos años después de que Iyali contrajera matrimonio con Rurik nació su primer hijo, al cual nombraron Erik, el niño era la fiel imagen de su abuelo Aren y esto lo llenaba de gozo y orgullo.

Erik creció bajo las enseñanzas de su padre y abuelo, aprendía todo lo que estos le enseñaban, para cuando el niño tuvo cinco años ya era diestro en la espada y el tiro con arco y flecha.

Por otra parte Iyali le había demostrado al que ahora llamaba "su pueblo" que era una reina confiable; debido a su naturaleza solidaria no pudo resistir el ayudar a las personas, empezó ayudando a Sten, el padre de Lynae, con unos terribles dolores que sufría debido a su trabajo como herrero, después vino una madre que se enteró de lo que hizo y le pidió ayuda con su hijo que había comido algo desconoció y no podía hacerlo despertar. Después de estos dos casos, las personas acudían a ella para que les ayudara con sus enfermedades, al cabo de poco tiempo empezaron a decir que la llegada de Iyali había sido un regalo de Odín.

Una tarde después de atender las quemaduras de un joven que había bebido de más, revisaba su despensa y conversaba con Lynae.

—Si hubiera sido tú, yo no hubiera atendido a ese tonto, él se buscó esas quemaduras por ebrio.

—El que ayuda no debe ser selectivo, si puedes hacerlo lo haces y ya.

—Está bien... a ti jamás te ganaré. —Dijo mientras revisaba el olor del contenido de un pequeño tarro que le provoco hacer una mueca. —¿Y qué me dices de Erik? ¿No te molesta que no pase casi tiempo contigo?

—No. Aren y Rurik lo están educando en cosas que yo no puedo, lo están convirtiendo en un hombre digno de esta tierra, además que yo tendré más hijos que no llevaran sobre sus hombros las responsabilidades que tendrá Erik.

—¿Cómo sabes eso? Erik ya tienes cinco años y no has vuelto a quedar en cinta.

—Los espíritus me han dicho que tendré más hijos y que estos a su vez tendrán tantos que se esparcirán por el mundo. —Explicó orgullosa de su futuro sin saber lo que aquello significaba.

Entonces el mismo joven al que le había curado las quemaduras entro corriendo a la casa de Iyali buscándola y haciendo un escándalo, Lynae salió a su encuentro muy enojada por el ruido que provocaba y este le explico que Aren se había desmayado y que él y Rurik venían en camino.

Desde antes de llegar Rurik gritaba el nombre de su esposa anunciando la urgencia de la condición de su padre, Iyali desocupo la cama donde atendía a sus enfermos para que ahí tendieran a su suegro, para después pedir quedarse sola con él.

Iyali le pidió a los espíritus que revisaran a Aren para que le dijeran que podía hacer por él, estos le dijeron que su corazón estaba muy débil y que estaba luchando por seguir animando su viejo cuerpo.

—Este hombre está casi al final de su camino, no importa que brebaje le des. —Le dijeron los espíritus con tristeza.

—No puedo dejar que muera, no así... Rurik sufriría demasiado.

—Nosotros lo mantendremos vivo mientras que su cuerpo y voluntad lo permita, que venga tu esposo y tu hijo a despedirse.

Iyali obedeció lo que los espíritus decían llamando apurada a Rurik y a Erik. En el momento en que entraron a la habitación Aren despertó y tanto hombre como niño lloraron al estar frente a él, sabían que esa sería su despedida.

—Hijo, debes ser un líder firme y benevolente, se un padre honorable y tan buen esposo como Iyali es buena contigo. —Rurik sosteniendo la mano de su padre solo pudo asentir a su última voluntad. —Erik, aprende todo lo que tu padre te enseñe como has hecho hasta hoy, porque un día será tuya la responsabilidad del bienestar de nuestro pueblo, todo sin olvidar el disfrutar de la vida, sin olvidar amar... busca una mujer sabia e inteligente, que te acompañe en tu camino y te haga un mejor hombre cada día.

En los tiempos de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora