CAPITULO TRECE VE, MIRA Y VENCE.

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Deepery alimentaba a Stellan con su propia sangre en una pequeña habitación del mismo avión en el que habían llegado a Groenlandia, mientras tanto Carlos bebía de una bolsa y al mismo tiempo pensaba en Aleenah, ¿Cómo fue posible que durante los diez años transcurridos jamás la hubiera procurado en las reservas? Le parecía fácil responder esa pregunta diciéndose a sí mismo que se debía a que su relación con Geenebra no era del todo buena y el hecho de ir a la Antártida a ver a Aleenah significaba ver a su hija también. Pero eso no era del todo cierto, en el fondo sabía que ver a Aleenah catatónica le rompía el corazón, ¿Cómo podría tolerar verla sentada, inconsciente e inmóvil, cuando en sus recuerdos tenia aun la imagen de ella siendo incontenible?

Cuando los dos vampiros terminaron de alimentarse Deepery tomo una botella con agua en la cual vertió un par de cucharadas de un polvo que hizo el líquido lechoso y de color amarillento, también puso en su bolso un par de manzanas. Así era como se alimentaba ahora la gente, al menos esa era la dieta de los habitantes de Santuario, combinaban los suplementos con alimentos que ellos mismos cosechaban y hasta con la carne de conejos que habían aprendido a cazar.

—¿Nos dirás que es lo que piensas acerca de lo que está pasando con la habitante? —Preguntó Carlos, que a pesar del paso de los años no podía dejar de referirse así de Geenebra.

—Cuando la conocí ella era otra, —Empezó Stellan. —para empezar era humana, después ocurrió la muerte de su madre y seguido de eso la rebelión, cuando la volví a ver ya no era ella... era otra persona. Luego aconteció la masacre de la reina y abandonó todo por quedarse con su madre. Ella ha pasado diez años encerrada con un vegetal, viendo a través de pantallas como los demás vivían sus vidas y tú y yo sabemos que para un vampiro recién nacido es importante alguien que lo guie, ella no tuvo eso, por eso está perdida y con miedo.

—¿Pero porque no acudió a ti, a Adrien o a quien sea? —Preguntó Deepery.

—Principalmente por el lazo que la une a Aleenah, el lazo entre vampiros es algo único e imposible de romper, Geenebra no dejaría sola a su madre mientras hubiera sangre en sus venas. Y no acudió a mí quizá pensando que sería incómodo para ella, para ti o para mí.

Deepery soltó un leve bufido y a la vez negó con la cabeza mientras se ajustaba la chaqueta que la cubría del frio viento y veía con atención el enorme edificio al que se dirigían frente a ellos.

—Es difícil abrazar la verdad, tratar de salir adelante y mantener la cordura, todo al mismo tiempo y para colmo sola. —Dijo la joven alzando un poco la voz para hacerse oír sobre las ráfagas de viento. —No debió quedarse en ese lugar aislada.

—Creo que... ella siente que no pertenece a nada. Creo que Geenebra no resistirá. —Sentenció Carlos inexpresivo.

—¿A qué te refieres? —Preguntó Stellan a la defensiva.

—Sabes a lo que me refiero. Ella no resistirá los milenios.

Stellan conocía a la perfección esa frase, ya la había escuchado miles de veces y visto a miles de vampiros personificarla. "Resistir los milenios" era una frase tan antigua como la misma Iyali, la cual significaba que un vampiro era débil y que tras pocos años de vida este buscaría el rostro de la muerte.

—Su don es abrumador. —Dijo Stellan a manera de excusa y sintiendo remordimientos por como la trató cuando lo descubrió.

—Sí, la sobrepasa tanto que sabes que no lo resistirá.

Después de eso caminaron en silencio hasta el edificio donde los demás se encontraban. Al entrar a la sala donde se habían reunido antes solo encontraron a Jacks y Lynae cuidando a Mars.

En los tiempos de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora