Iyali se había retirado a dormir, la paz duro tan solo una década, durante la cual los niños crecieron, los vampiros descansaron y los humanos aprendieron de nuevo a vivir por su cuenta.
Entonces las alarmas sonaron, las cámaras enfocaron al hombre...
La cabeza de Iyali veía a Geenebra sin poder decir o hacer nada, era solo una cabeza sobre la tierra y el cuerpo a quien le pertenecía se encontraba a cientos de metros bajo tierra, un cuerpo que fue reducido a poco más que un puñado de carne maltrecha por su propio hijo.
—Geenebra. —Habló Iyali con su voz silenciosa. —Deben rescatar mi cuerpo. Deben evitar que acabe conmigo, si lo hace acabara con ustedes con tan solo pensarlo.
Este mensaje que iba dirigido solo a Geenebra, pero a causa de la debilidad de Iyali fue escuchado por todos sus hijos, incluso Fenri.
—Pobre Iyali, pasó de ser la Madre de Todos y el corazón de la tierra a solo ser una patética cabeza en la tierra.
Entonces Fenri hizo a un lado la cabeza de Iyali con un la punta pie, como si se tratara de un insecto insignificante.
La primera en dar un paso al frente fue Geenebra, furiosa con aquel ser llamado Fenri y harta de escucharlo hablar. El primer ataque de su espada fue bloqueado por el arma de su oponente, pero como si todo lo que viera ocurriera en cámara lenta y pudiendo adelantar los movimientos de su enemigo, al este bloquear el ataque de su espada, ella creó una estalactita de hielo y la clavó en el costado de Fenri, este sorprendido por ese contraataque, empujó a la vampiresa lejos de el para de inmediato sacar el hielo de su costado.
—Sabes lo que haces diosa, me has sorprendido.
—¡Deja de hablar y pelea!
Entonces Geenebra se impulsó hacia el cielo en línea recta para después empezar a caer a toda velocidad sobre Fenri, quien la recibió con su puño cerrado golpeándola en el estómago, pero Geenebra en lugar de sucumbir al dolor se aferró al brazo de su oponente y con la mano libre, enterró su espada casi hasta la empuñadura.
Fenri trató de sacudirse para librarse de Geenebra, pero ella con un ágil giro se prendió de su espalda, se sostuvo de su arma para que el propio movimiento de Fenri le causara el mayor daño posible
Lonan lanzó sus látigos a las piernas de Fenri y este sintió por un momento que lo vencerían, pero su orgullo lo obligó a librarse de Geenebra lanzándola varios metros lejos de él, y con las manos rompió las cadenas de la espada de Lonan sin importarle las heridas, pues estas sanarían segundos después.
—Aun eres el rey de mi corazón. —Dijo Fenri viendo la sangre en sus manos mientras recuperaba el ritmo de su respiración.
—Y tú eres el rey del mío, pero eso no quiere decir que esté de acuerdo con lo que haces. —Respondió al traer de regreso sus látigos destrozados que ahora tomaban la forma de una espada rota.
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Mientras Fenri estaba distraído en la pelea, Adrien y Aleenah, que habían bajado del avión incluso antes que Geenebra, se encontraban escondidos bloqueando sus mentes esperando que fuera suficiente para no ser detectados y cuando vieron la oportunidad entraron en los túneles subterráneos para empezar a recorrer los viejos laberintos hasta llegar a donde estuviera Iyali y sacarla de aquel lugar.