CAPITULO DIECISIETE VE, PELEA Y VENCE

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Entre más se acercaban a su destino más podían sentir el dolor de su reina, y ya no solo sus primeros hijos, sino todos en general, exceptuando por supuesto a los humanos que los acompañaban.

Mars bajó de su asiento y caminó hasta donde estaba Adrien para sentarse justo frente a él.

—Ahora no niño, no puedo jugar ahora. —Dijo sintiéndose abatido.

—¿Estas triste? —Preguntó Mars con inocencia.

—Si. —Respondió limpiando las lágrimas sanguinolentas de su rostro.

—¿Porque?

—Porque mi madre está sufriendo.

—Yo no tengo madre ni padre. —Respondió el niño con naturalidad.

—Yo tampoco. La mujer a la que llamo madre me rescató y crio como su hijo cuando mis padres murieron... igual que Deepery te rescató a ti. —Adrien no estaba muy seguro de que el niño lo comprendiera, pero tampoco le importaba demasiado. —Una vida como la nuestra siempre es dura porque no somos hijos verdaderos de nuestras madres y tampoco tenemos a nadie más en quien refugiarnos. Prepárate para la posibilidad de amarla u odiarla por siempre. —Dijo mientras señalaba con la mirada en dirección a Deepery.

—Deja de decirle esas cosas, es solo un niño. —Intervino Eydis que se hacia la dormida cubriendo su rostro con una manta. —No querrás que el pobre acabe como tú.

Adrien le hizo un gesto obsceno con la mano a su hija que seguía con el rostro cubierto, provocando la risa del niño frente a él y a su vez la suya propia. Desde el lado opuesto del avión Geenebra los observaba, veía como el vampiro hacia nevar sobre la mesa que se encontraba entre él y Mars, veía como ahora libre del dominio de Fenri, era un individuo muy diferente, seguía siendo un manipulador, cretino, ególatra y seguía guardando secretos, pero ya no era el villano dictador de antes.

—Llegaremos en treinta minutos. —Anunció Nore que ahora volvía a estar al lado de Deeline, abrazándola y sosteniendo su mano.

Lonan se levantó de su asiento y fue hasta donde estaba Geenebra, al verlo a su lado se puso en pie sabiendo lo que le diría.

—La trajiste ¿verdad? —Preguntó acercándose a su oído.

—Sí, aunque no sé de qué te servirá.

—No me entendiste, no te la pedí para mí, tú la usaras.

Antes de subir al avión Lonan le había dicho a Geenebra que llevara consigo la espada de Iyali, ella pensaba que no era buena idea llevar un arma que no sabía utilizar a una pelea en la que todos estaban en desventaja, pero la Bestia insistió hasta tener un Si por respuesta. Por alguna razón pensó que la insistencia de Lonan era porque él iba a usar el arma, pero ahora que le decía que era ella quien debía empuñarla el pánico la invadió de nuevo.

—No puedo hacerlo. —Confesó aterrada.

—Claro que puedes, solo necesitas alimentarte.

—La sangre común no me hace más que el agua corriente a los humanos.

—¿Y quien habló de sangre común?

Al entender a lo que Lonan se refería, el miedo de Geenebra aumentó aún más.

—¿Quieres que beba sangre de ellos? —Consultó refiriéndose a los demás vampiros en el avión. —No puedo, al beberla me siento...

—¿Poderosa? ¿Invencible? ¿Temeraria?

—No lo entenderías... cuando bebo no me siento dueña de mí, como si no tuviera corazón ni consciencia... no quiero hacerlo.

—Se exactamente cómo se siente eso, pero es justo como debes sentirte ahora. No podrás vencer teniendo cuidado y compasión porque Fenri no lo tendrá contigo.

En los tiempos de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora