CAPITULO CATORCE FENRI PARTE UNO. EL FAVORITO DE LOS DIOSES.

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Pocos meses después de la muerte de Rurik nació su hijo, el príncipe Fenri, un hermoso niño amado por todos quienes lo rodeaban. Desde el día de su nacimiento hasta la edad de trece años, pasó la mayor parte del tiempo al lado de su madre.

A una corta edad Fenri descubrió atisbos de lo que él llamaría en un futuro "bendiciones". A la edad de ocho años, cuando su madre tuvo que pasar unos días fuera de la Tierra de los Hielos Perpetuos, fingió tomar sus alimentos con normalidad ante sus cuidadoras cuando en realidad le estaba dando todos sus alimentos a sus perros; de esta manera dedujo que sus energías eran proporcionadas por los dioses quienes así mismo no permitirían que sufriera hambre.

En otra ausencia de su madre aprovechó la noche para hacer lo más temerario que había intentado en toda su corta vida. Tomó a escondidas una aguja del bordado de su cuidadora y cuando todos dormían comenzó a introducir la gruesa aguja en la palma de su mano, al ver que no sangraba y que el pequeño agujero cerraba casi al instante empezó a apuñalar su propia mano, al principio con miedo, después disfrutándolo al ver que no podía hacerse daño, interpretando esto de nuevo como que los dioses lo protegían incluso de su mismo.

De este modo las pruebas continuaron; en un ocasión tomó el cuchillo de su hermano mayor e hizo un profundo corte en su pierna, desde el tobillo hasta la rodilla, el niño estaba maravillado al ver como a medida que abría la carne esta se juntaba para sanar ante sus ojos apenas derramando sangre que su propia piel absorbía de nuevo antes que esta se secara. De igual manera se lanzaba de los arboles más altos entre carcajadas al saber que nada lo heriría, y así continuo hasta que decidió confesarle a su madre que estaba convencido de ser el favorito de los dioses, ella le contesto que los dioses amaban a todos, siendo así que le contó todo lo que podía hacer y lo que podía resistir.

Al principio la reina Iyali le dijo a su joven hijo que todo se debía a los cambios físicos que sufren los niños al convertirse en hombres, pero con el tiempo tuvo que admitir ante su hijo que él era especial, sobre todo cuando empezó a embarcarse junto con Erik, su hermano, a expediciones. Siempre advirtiéndole que no hiciera alarde de sus dones a menos que él lo considerara necesario.

Cuando Erik, el primogénito de la reina, encontró una mujer con quien contraer matrimonio Iyali se sintió feliz y aliviada, de modo que no puso ninguna objeción para llevar a cabo la boda con todos los requerimientos tradicionales y la nueva costumbre que sería la coronación, con las coronas diseñadas por la misma novia.

Después de las celebraciones Iyali se reunió en secreto con Lynae, Adrien y Acke.

—En un año partiré, me llevaré a Fenri de la Tierra de los Hielos Perpetuos para jamás volver. Son libres de quedarse, partir a mi lado o tomar sus propios caminos; pero dentro de un año sin falta ni retraso subiré junto con mi hijo a un barco para nunca más regresar.

—¿Por qué? —Preguntó Arie preocupado por lo incierto que parecía el futuro.

Iyali les explicó que consideraba que los cambios en Fenri casi habían culminado y sus dones eran cada vez más difíciles de esconder.

—Para la fecha que tengo contemplada mi hijo habrá cumplido ya diecinueve años, además de que estoy segura que Fenri comprende cuan diferente es y que este reino, a pesar de todo lo que ha crecido, ya es pequeño para él.

—¿Estas segura de que él lo sabe? —Repitió Acke a modo de pregunta y con una terrible sospecha. —¿No sabes lo que él piensa?

—No. —Admitió Iyali con pesar. —Pienso que su mente está bloqueada para mí por el hecho de que de alguna manera somos casi iguales.

—¿Y tú puedes ver en su mente? —Interrogó Acke a Arie y este negó con la cabeza. —¿Entonces nadie puede saber lo que el príncipe piensa o planea? —Todos guardaron silencio.

En los tiempos de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora