-Al fin llegas.-murmuró sin expresar nada.-Pensé que no lo harías.
-Siempre regresaré a ti...-empecé.
Su risa seca me cortó. Y noté que me señalaba el sillón individual.
-Siéntate.
-Bri, yo...
-Ahora.-exigió.
Caminé arrastrando los pies.
Cuando la miré, mi estómago se estrujó. Briseida tenía los ojos hinchados, rojos, y ese azul brillante tan intenso y hermoso, estaba tan desvanecido, era casi inexistente.
Sus labios estaban resecos, y blancos, no había color en sus mejillas, incluso sus rizos se veían opacos y desaliñados.
Respiraba tranquila.
-¿Y los niños?
-Déjalos en paz, Muzania. Quiero que me digas una cosa.-me miró con serenidad.-Ya no podrás huir. ¿En qué te he fallado?
Iba a comenzar por lo más difícil. Mis mentiras.
-En nada, amor...
-Calla.-levantó su dedo índice.-Pensé que...eras mío solamente. Pero me di cuenta que, estaba equivocada.
Se levantó de inmediato y se pasó ambas manos por su cabello.
-Yo soy tuyo, Bri...
-No, no.-me miró llorosa.-Si fueras mío no habrías ido a buscar a esa maldita zorra. Estarías conmigo y tú serías honesto.
Honesto.
Ya no recordaba lo que era decirle la verdad.
-¿Dónde está el hombre con el que me casé?-me exigió. Después de que yo levantará la mirada, note que ella lloraba y se reía al mismo tiempo.
-¿Qué tienes?
-¡¿Qué crees que no lo sé?! ¡¿Me creías tan estúpida?!
Explotó la bomba. Yo no quería gritar. Briseida me arrojó la laptop. Y el usb se encargó de pisotearlo. Ahí fue donde yo enloquecí
-¿Qué demonios te pasa? ¡Briseida esto son pruebas de crímenes!
-¡SON PRUEBAS DE TUS TRAICIONES, ESTÚPIDO! ¡ERES UN CERDO!-gritaba pisando el usb.
La tomé por los brazos y traté de hacer que se calmara.
-¡No me toques, me das asco! ¡¿TE DAS CUENTA DE LO QUE NOS HICISTE?!
Se deshizo de mi agarre, y empezó a gritar, señalando con su dedo mi persona. Estuve a punto de abrazarla.
-¡CAMBISTE NUESTRA VIDA POR UNA PUTA NOCHE CON ELLA! ¡LA PREFERISTE A ELLA ANTES QUE A MÍ! ¡MENTISTE! ¡A TODOS! ¡ME MENTISTE A MI!
Corrió hasta donde estaban nuestras fotografías juntos, en la escalera. Tomó los marcos y los arrojó al piso con toda su fuerza, el cristal se estrelló y salió disparado en diferentes direcciones.
Briseida lanzaba fotografía tras fotografía, y con cada una de ellas, salía una maldición de sus labios, que terminaban de quitar la venda de nuestros ojos.
—¡Admítelo! ¡Te has enamorado de esa mujer!—me soltó con rabia.
—Sabes que no es cierto.
—¡Sigues mintiendo!—encolerizada ella comenzó a golpearme el pecho.—¡Dilo! ¡Amas a esa maldita!
—Basta.—le advertí.
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El Favorito de Dios 4: La Eternidad de un Ángel Apasionado.
RomanceEl hilo del destino a veces es engañoso. Muchas veces nos conduce a dos almas que reflejan y completan la nuestra. Pero por ese mismo hilo, nosotros dañamos, herimos, causamos miseria a quienes más amamos. Ahora, Muzania se verá obligado a elegir nu...