De inmediato quité mi mano de la suya. La descarga de adrenalina que había sentido al tocarla, me pareció de mal gusto, por lo que al sentirme incómodo, retrocedí dos pasos.
-¿Cómo qué...? ¿Ella?- la señalé con mis manos.- Pero usted dijo la palabra "compañero" hace unos minutos.
-¿Insinuas que una mujer no tiene la misma capacidad que un hombre para ser tu compañera?- Lex Wendell se puso una mano en la cadera y me miró con burla y ofenza.
-No, pero no deseaba una compañera, no quiero tener que cargarte si te disparan o si te rompes una uña.- mis ojos se pusieron en blanco y miré al capitán.
-Escucha bien, Clayton.-por instinto le dediqué una mirada de aburrimiento.- Fui la mejor de mi clase, soy rápida y dura en el momento de la acción. Tengo un doctorado en psicología y sé defenderme de cualquiera que intente atacarme. Así que no me vengas con esas mierdas baratas de que una compañera es menos capaz que un hombre.
-¿Ya acabaste?- le pregunté fingiendo aburrimiento, aunque por dentro estaba sorprendido.
-Machista, eso es lo que eres. Los hombres fingen sentirse cómodos con mujeres fuertes, pero preferirían que estuviéramos en casa embarazadas y...
-¡Ay, cacareo!- solté un gran bostezo y después me dejé caer en una silla.- ¡Eres puro cacareo!
Su rostro se tornó fiero y molesta me señaló.
-¿Este es el idiota que me puso por compañero? ¡Es un niño!
Listo. Justo con eso me hirió mi ego.
-Hey, cálmate chocolate con patas, no soy ningún niño, muchas personas, mejores que tú obviamente, se han atrevido a llamarme de peores formas, y no han vivido para contarlo.
Se me acercó bastante y me miró retadora.
-¿Me estás amenazando, Muzi?
Sonreí divertido y malhumorado.
-Te estoy educando, Lex. Y no me digas Muzi.
Le dirigí una mirada de advertencia a mi jefe.
-No será mi compañera.
Salí de la oficina dando un portazo. De repente me encontré con Alex, el que era mi antiguo compañero, pero decidió retirarse, tenía sesenta y ocho años.
-¡Tú eres un completo y reverendo cabrón!
-Cuida como me hablas, pendejo.- me soltó riéndose.- Acuérdate que soy como tu padre.
-¡Por culpa de tu retiro de pacotilla ahora me dieron una nueva "compañera"!
Esta vez, paró de reír y se acercó a mí con sabiduría en los ojos.
-Ven, hijo. Hablaremos en el campo de tiro.
Al pasar por la oficina del capitán, Lex Wendell dialogaba y caminaba de un lado a otro moviendo las manos.
Salimos directo al campo, nos sentamos en una banca de madera que había justo debajo de una malla sombra azul, bastante gastada.
Alex sacó uno de sus puros cubanos, y su cajetilla de cigarros. Únicamente fumaba con él.
Tomé uno y lo encendí rápidamente, permitiendo que el humo entrara en mi garganta, y lo solté después de unos segundos.
-¿Qué te pasa? Es una buena noticia que tengas a una compañera. Te ayudará a tener más tacto con las mujeres, afuera en la acción y quizás a no meterte en tantas riñas, y así evitar que a tu mujer le de un ataque al corazón.
ESTÁS LEYENDO
El Favorito de Dios 4: La Eternidad de un Ángel Apasionado.
Storie d'amoreEl hilo del destino a veces es engañoso. Muchas veces nos conduce a dos almas que reflejan y completan la nuestra. Pero por ese mismo hilo, nosotros dañamos, herimos, causamos miseria a quienes más amamos. Ahora, Muzania se verá obligado a elegir nu...