Briseida
—Gracias. Que pase un lindo día.—me despedí de mi nuevo autor, y me froté la cabeza luego de que se fue.
Los dolores de cabeza me invadieron desde que me levanté ese día, además de que otras áreas de mi cuerpo ardían del dolor. Me sentía mal. Y no conforme con eso, me moría de hambre. Pero si me acercaban un sándwich de queso cheddar, se me revolvía el estómago, y ni se diga qué me sucedía con la colonia que usaba mi jefe.
No podía respirar cerca suyo. Ni siquiera sabía porqué me entró esa repulsión por su aroma.
Pronto también mis manos se sentían inflamadas. Mi anillo de bodas me ceñía.
—Le traje su comida.—entró Reneé con una bolsa de plástico y un vaso en las manos.—Una hamburguesa con tocino extra, sin mostaza ni cebolla y una soda grande.
Casi le arrebaté la bolsa. Mastiqué apresurada pero disfrutando la comida. ¡Qué delicia!
—¿Está buena?
Asentí con los ojos cerrados. Al abrirlos, noté que me miraba con diversión.
—¿Qué?
—Ha cambiado mucho en sus hábitos alimenticios. Y ni se diga con el jefe, apenas detecta su aroma, se va corriendo al baño.
—¿Qué insinúa señorita?—pregunté comiendo.
—Mmmm quizás la señora Clayton está embarazada.
Se me cayó la mandíbula.
—No...creo.—dudé al hablar.
—Piénselo, no soporta algunos aromas, se come tres veces las porciones que ingería antes, sus pies están algo hinchados, ha tenido dolores de cabeza durante el día, tiene náuseas todo el tiempo, se ve algo hinchada de su cuerpo.
—Pero...
—Le voy a agendar una cita con el médico.
Embarazada. ¿Otra vez? ¿Pero cómo? ¡¿Por qué?!
Okey, sí. Había tenido bastante sexo con Muzania después de que regresó y también antes de que se fuera.
Pero de haber estado ovulando cuando regresó, no tendría sentido. Los síntomas no podrían estar así de intensos.
Y si hubiese sido la misma explicación cuando estaba por irse, entonces todo tendría sentido. Los cambios de humor, la intensa necesidad que tenía por él, mi casi depresión, las migrañas constantes.
Fue como una revelación. Esa noche que estuve con Muzania, en la que terminamos hasta en el suelo y exhaustos, lo sentí. Había sentido esa conexión, como cuando me embaracé de Richard y Billy. Eran sus verdaderos hijos, por ella con las gemelas no supe que estaba embarazada, hasta que me lo confirmaron.
Y con Muzania, yo misma me daba cuenta de ello. ¿Pero cuánto tiempo tenía de embarazo?
Me levanté de inmediato y caminé hasta el escritorio de Reneé.
—Cancela todas mis otras citas, y por favor, agenda una con mi médico.
—Listo. La conozco lo suficiente como para saber lo que hará.
Le sonreí. Luego capté un aroma.
—¿Huele a pescado?
—Atún con queso crema, ¿gusta un poco?
Me acercó el plato donde estaba esa cosa, y mi estómago se revolvió. Cubrí mi nariz y mi boca de inmediato.
—¡No! ¡Por mi padre, aparta esa cosa de mí!
ESTÁS LEYENDO
El Favorito de Dios 4: La Eternidad de un Ángel Apasionado.
Storie d'amoreEl hilo del destino a veces es engañoso. Muchas veces nos conduce a dos almas que reflejan y completan la nuestra. Pero por ese mismo hilo, nosotros dañamos, herimos, causamos miseria a quienes más amamos. Ahora, Muzania se verá obligado a elegir nu...