Capítulo 3: Terquedad.

22 1 0
                                    

-Es muy difícil para mí ser policía y que mi compañero no me tome en serio y me rechace constantemente. Me enferma.

Se tocó el pecho y después habló de manera entrecortada.

-Yo solo quiero acercarme a ti. ¿Cómo puedo confiarte mi vida, si ni siquiera me dejas conocerte? Y no dices nada, maldición, eres tan callado y frustrante.

-Pues muchas gracias.- me levanté del escritorio y tomé mi billetera. Le mostré la fotografía de mi familia.- Ellos son todo lo que amo. Ella es mi esposa, y es más que él amor de mi vida, ellos son mis hijos y valen más que nada en el mundo. ¿Querías conocerme? No me presiones.

Lex asintió y sonrió de nuevo.

-Tiene lindos ojos.- confundido la miré.- Tu esposa, es hermosa.

-Lo sé. Es bella.

-Tienes buen gusto.- dijo pasando una mano por su cabello y señalando la foto de Briseida.

-En realidad ella lo tiene. Soy un hombre divino.- sonreí presumido y Lex soltó una carcajada que me erizó la piel.

-Qué creído.

-Fui el consentido de mi padre, de entre sus dos hijas y cuatro hijos  incluido yo. Así que, ya te has de imaginar.

-Si, ya me imagino. Iré por un café, ¿quieres uno?

-No gracias, ya tomé.

Ella se fue caminando, y yo me senté de nuevo en mi silla, la miré desde lejos, memorizando cuantas cucharadas de azúcar le ponía a su café. Lo tomaba negro.

Me puse a trabajar de inmediato, archivando algunos casos terminados, y también guardando una copia en mi computadora.

Pensaba seriamente como decirle a Briseida que pasaría tres meses lejos de ella. Ya podía ver sus ojos tristes y decepcionados. Yo había elegido una profesión muy demandante para su gusto, ella trabajaba haciendo lo que realmente le gustaba, leyendo libros y entrevistando futuros escritores.

Me pasé una mano por el cabello y después miré mi anillo de bodas, en cada misión que tenía debía quitármelo para protegerla.

Me decidí a llamar a Vivian.

Llamé desde mi trabajo, para evitar revisar mi teléfono y perderme en Facebook.

Contestó al tercer timbrazo.

-¿Hola?- su voz me reconfortó.

-Hey, Viv.

-¡Muzi!- vaya alegría que le producía hablar conmigo.- ¡Qué milagro, hermano!

-Lo sé, ¿cómo está Levin?

-Ah, ya sabes ocupado y un poco más fastidioso de lo normal. ¿Y Briseida y los pequeños?

-Se encuentran bien, los niños echan de menos a su tía Vivian.

-A la mejor, querido. Dime, ¿qué necesitas?

-Un enorme favor.- inmediatamente le conté toda la nueva misión y escuchó atenta, opinando de vez en cuando.

-¿Y si te matan?- un ligero temblor se asomó en su voz.

-No, eso no pasará.

-Muzania, sabes que cuidaré de tu familia, pase lo que pase, solo que apoyo a Briseida en que elegiste una carrera de lo más peligrosa y arriesgada.

-Así ha sido mi vida, Viv.- contesté neutral, y ubiqué a Lex levantarse y sonreir.

-Cuando eras inmortal eso contaba como divertido, y aún así ya moriste una vez.

El Favorito de Dios 4: La Eternidad de un Ángel Apasionado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora