—¿Ya entendiste bien lo que harás?—preguntaba López ajustando mi chaleco anti balas.
Ese era el día en donde todo culminaba. Y si tenía suerte, al día siguiente estaría en un avión con destino a Los Ángeles.
Me hacia falta Seth en estos momentos, necesitaba saber si tenía un presentimiento. Siempre acertaba, así que por eso yo confiaba en él.
—Si. Iré al lugar donde tienen a las niñas. Tendré que resistir todo lo que pueda, después le daré el maletín que es un rastreador. Y antes de que acabe el día debo irme de ahí.
—Se te olvidó algo importante.—Saunders entró en la habitación vestido para la ocasión.
—¿Qué?
—Rezar a todos los santos para que no te mate primero, recuerda que mataste a su hijo. Ivanov estará vulnerable, pero también enloquecido. Te apuesto cinco a que se ha metido demasiada coca. Debes ser más que cuidadoso.
—Perfecto.— me puse encima del chaleco la camisa y por último el saco gris.
—Otra cosa.—Lex se encontraba alistando su arma. Miramos a Saunders.—Ella se queda. La pondremos en un avión con el pretexto de que tenía que regresar a México por una emergencia con los clubes.
—No. Yo me quedo. Voy a encerrar a ese maldito. Tú...
—Wendell, son órdenes del Capitán. Mejor ni digas nada. Que si hubieras controlado tus bragas todo estaría perfecto.—Lex se enfureció.
Tres, dos, uno.
¡Pum! Una bofetada fenomenal. Me reí un poco, al igual que López.
—¡Te quedas aquí, perra!
Saunders nos empujó a López y a mi de la habitación, y encerró a Lex en ella. Se convertido en una mujer maníaca, gritando hasta en portugués que se fuera al diablo.
Vaya que disfruté eso.
Tomé mi celular. Y eos me recordó algo.
—Llamará a la recepcionista y le abrirán la puerta.
—Imposible. López y yo nos encargamos de encerrarla de todo a todo. Las ventanas están celladas desde afuera, el cable del teléfono ha sido cortado, no se podrá comunicar con nadie. Y permanecerá así hasta que yo vuelva por ella.
—Bien.—busqué el contacto de mi hermano. Y le llamé de inmediato.
Respondió al instante.
—¿Muzi?—Ese no era Seth.
—Leeloo. ¿Y Seth?
—Esteee... Dormido. Y soñando contigo.
—¿Conmigo? ¿Puedes despertarlo? Necesito que me diga algo.
Ella dudó. ¿Pero qué le pasaba a esa mujer? ¿Qué otra vez Seth se tragó una guayaba entera? ¿O por qué se notaba preocupada?
—Espera.
Me dijo y yo me encaminé hasta el ascensor. La señal se volvió algo débil, bajamos a la velocidad de un rayo, mientras López y Saunders repasaban unos planos en sus celulares.
Al salir del ascensor, me entretuve un rato. El chófer de Ivanov me esperaba afuera, y Seth todavía no se reportaba.
—Cuidado...—escuché del otro lado de la línea.
—¿Seth? ¿Eres tú?
—Está dormido, habla solo. Desde anoche está así, Muz.—me decía Leeloo preocupada.
ESTÁS LEYENDO
El Favorito de Dios 4: La Eternidad de un Ángel Apasionado.
RomanceEl hilo del destino a veces es engañoso. Muchas veces nos conduce a dos almas que reflejan y completan la nuestra. Pero por ese mismo hilo, nosotros dañamos, herimos, causamos miseria a quienes más amamos. Ahora, Muzania se verá obligado a elegir nu...