VI

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- ¿Dos dioses han hablado contigo? – preguntó Quirón sorprendido.

- Sí... Y los dos me han dicho cosas completamente distintas – dijo Dante mientras se dejaba caer en uno de los escalones de las escaleras del anfiteatro. Después de haberle contado todo a los campistas el silencio llenó el lugar, no era muy común que un dios se comunicase directamente con un semidiós, por lo que que lo hayan hecho dos es algo histórico. 

- ¿Por qué no habías dicho nada hasta ahora?

- Es mi misión... Me pareció la decisión correcta. No quería hacer que cundiera el pánico – explicó – Ya es bastante malo que un dios advierta sobre una misión. Que lo hagan dos... -

- Entonces... ¿Qué vas a hacer chico? – le preguntó su maestro.

- Me iré mañana a primera hora... Pero no iré solo. Tendré un único compañero – anunció mientras miraba a los campistas - Será una misión peligrosa. ¿Algún voluntario? –

Nadie levantó la mano. Y la verdad era que no le sorprendía, esta misión brillaba por su peligrosidad y por la incertidumbre. La verdad era que ni siquiera Dante sabía lo que iba a hacer – Entiendo que nadie quiera venir. La verdad es que la misión es peligrosa, pero... - dijo hasta que alguien intervino.

- Yo iré – dijo Helena mientras levantaba la mano. Mierda..., pensó Dante. De todos los que se podían apuntar a esta misión...

- Helena, hija de Apolo – dijo Quirón - ¿Irás a la misión junto a Dante, hijo de Ares? –

La chica bajó de las escaleras y se puso enfrente del chico – Sí, iré – dijo con una sonrisa.

- De acuerdo. Id a descansar – dijo Quirón – Mañana se os darán todas las ayudas posibles para vuestra misión y partiréis –

Dante y Helena abandonaron el lugar camino a sus cabañas - ¿Por qué te has ofrecido? – preguntó él.

- No parecía que nadie más fuese a hacerlo – dijo ella alzando los hombros.

- No parece que seas consciente de lo peligrosa que va a ser esta misión.

- Sí lo soy – contestó ella parándose en seco – Es verdad que solo he ido a una misión. No tengo la experiencia que tienes tú. Pero puedo hacerlo –

- No estoy diciendo que no puedas... Solo quiero que... Da igual, vámonos a la cama – dijo cansado – No creo que vayamos a poder dormir mucho los próximos días... -

***********

A la mañana siguiente, Dante no tardó mucho en recoger sus cosas. Al no ser su primera misión ya sabía que tenía que llevar y que no. Se puso unos pantalones verdes de camuflaje junto con una camiseta gris y una sudadera negra - ¿Dónde demonios están mis botas...? – murmuró mientras las buscaba debajo de su litera - ¿Alguien ha visto mis botas? ­– como respuesta uno de los sus hermanos se las lanzó – Gracias -

Por último cogió una de las espadas del campamento junto con un escudo y colgó ambas armas de la mochila para salir de la cabaña. A diferencia de otros semidioses, él no tenía sus propias armas, solía perderlas o romperlas así que ni se molestaba en cogerle cariño a cualquier arma. Una vez fuera se encontró a todos los campistas de Ares formando. Al frente de estos estaba Clarisse quien se acercó y le tendió la mano a Dante – Mucha suerte hermano –

Dante sonrió ligeramente y después de despedirse de todos sus hermanos salió a buscar a Quirón. En la tienda del campamento le prestaron cien dólares y veinte dracmas de oro. Estas monedas, del tamaño de galletas de aperitivo, representaban las imágenes de varios dioses griegos en una cara y el edificio del Empire State en la otra. Los antiguos dracmas que usaban los mortales eran de plata, pero los Olímpicos sólo utilizaban oro puro. Quirón les dio a los chicos una cantimplora de néctar a cada uno y una bolsa con cierre hermético llena de trocitos de ambrosía, para ser usada sólo en caso de emergencia.

ARES #1 // DIOSES DEL OLIMPO // PERCY JACKSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora