cincuenta y dos.

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El viaje en auto fue rápido, no había mucho tráfico por lo que no tuvieron que estancarse, Jungkook ya no sentía su cuerpo adormecido o débil de hecho lo sentía bastante bien.

Su juicio había terminado y lastimosamente había concluido con la sentencia de que Jungkook pagara el treinta por ciento de los gastos que su ex empresa había hecho en su entrenamiento, él pagaría cualquier cantidad con el solo hecho de que lo dejaran en paz, era lo único que quería, estar tranquilo y en paz. Después de casi cruzar al otro lado es lo que menos pide.

Cuando entro a su hogar acompañado por sus hermanas se sintió bien, algo afligido por los recuerdos de la noche en la que cayó en sobredosis pero se encontraba bien, se repetía aquello muchas veces, así tal vez su alma podría estar en paz y hacerle creer a su cerebro que él estaba bien. Su hogar estaba limpio y ordenado, Gureum corrió por el pasillo para recibirlo, Jungkook se agachó hasta su altura y lo tomó entre sus brazos mientras el perrito le lamía el rostro.

Todo parecía estar bien.

Salió del hospital, salió de su empresa y se salvó de morir. Todo tenía una gran calma.

Lo único que le quedaba era encontrarse bien, física y mentalmente, se seguiría repitiendo que estaba bien hasta que se manifieste y sea verdad.

—Estoy agotado, quiero bañarme y dormirme.—Se estiró y tomó sus cosas.—Me bañare y luego me dormiré. Tienen la casa para ustedes.

—¿No quieres comer algo?—Ofreció Nayeon.

—No tengo hambre. Tal vez cuando despierte. Pidamos pizza, tuve antojo de pizza desde que estaba internado.

—Pizza será.—Sonrió Nayeon.

—Yo también tuve antojo de pizza.—Sonrió Yuqi.—Pidamos una para casa uno.

—No lo vamos a poder acabar.

—Claro que sí. La comida hace feliz.

—Ustedes encárguense de eso, yo iré a bañarme.

Jungkook no dijo nada más y desapareció por los pasillos, entró al baño y reposó su espalda contra la pared, soltó un suspiro pesado y frotó su rostro. Algunos bajones solían ser desprevenidos llegaban sin avisarle o sin siquiera mover algo, se posaban a su lado y le abrazaban de los hombros para que los sienta aún más. El incontrolable vacío volvía.

De nada servía repetirse que estaba bien cuando los episodios de depresión llegaban, de nada servía hacerse creer una mentira. No estaba bien, era hora de admitirlo.

Solo quería estar solo y darse un tiempo a él, quería descansar de todo lo que le rodeaba, quería estar en contacto consigo mismo, en paz.

Prendió la ducha y poco a poco se deshizo de sus prendas, aún tenía la manilla del hospital, la miró por un momento y se la quito tirando de ella, las gotas de agua contra su cuerpo le relajaban, le gustaba mucho el agua y todo lo que se relacionaba, le hacía sentirse libre, un poco pequeño entre todas esas toneladas pero se sentía en paz. Lavó sus cabellos con el shampoo que siempre solía utilizar, un ligero aroma de margaritas y miel, la miel era uno de sus olores y sabores favoritos, cuando Jimin y él compraron su casa en las afueras de la ciudad se les había olvidado comprar azúcar, solo tenían un tarro de miel, con aquella miel endulzaron todos los cafés y tés que bebieron juntos en aquellos sillones rústicos. Sin imaginárselo se encontraba sonriendo.

Tantos recuerdos que le hacían feliz. Porque fue tan feliz a su lado.

—¿Cómo estará?—Susurró.

En años no le había interesado el bienestar de Jimin, en años no se había preguntado sobre su estado, le parecía extraño la curiosidad que le invadió. El rencor y el dolor parecían morir de poco a poco, aquello era un paso que siempre tuvo que dar, atarse a los pedazos rotos del pasado no le era sano.

Parecía que la curiosidad sobre el estado del otro no solo era por su parte, Jimin también se encontraba pensando en aquello. Esperaba en la sala de espera mientras solo podía preguntarse una cosa.

Con todo el esfuerzo que pudo tener volvió a retomar sus sesiones con su terapeuta, era necesario que sane, aunque era difícil, se había acostumbrado a estar roto.

Una de las razones por las que se encontraba esperando en dicha sala de espera era porque le debía una correcta disculpa y explicación a Jungkook, solo podría hacerlo si se encontraba bien y sano, era lo menos que se merecía Jungkook.

Mientras las gotas de agua aún mojaban el cuerpo de Jungkook y Jimin hojeaba una revista del estante, ambos tenían el mismo pensamiento, el sabor de la miel y el té en sus tazas. Sonriendo a la par.

" 1997 „ ┊ kookmin au ᵕ̈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora