♡ sesenta.

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La radio aún sonaba mientras ambos miraban a su delante con una inmensa sonrisa, pequeños nervios se acumulaban en sus estómagos, las manos les picaban y las mejillas empezaban a sonrojarse, Jungkook apagó el motor y retiró las llaves, la música dejó de sonar. Ambos suspiraron y se tomaron de las manos, entrelazando sus dedos y mirándose con el brillo en los ojos, tantas estrellas que abundaban en aquellos ojos, estrellas renacientes que nacían desde su corazón. Ambos salieron del auto, respirando el aire fresco del campo, tan puro y tan pacifico.

—Es muy hermosa.—Jimin murmuró con una sonrisa.

Jungkook se giró para verlo, la sonrisita en su rostro aún resplandeciente. Le gustaba mucho verlo sonreír, hacia a su corazón muy feliz.

Lo amaba con una intensidad irreconocible.

—Lo es.—Jungkook no se refería a la casa rústica frente a él, sino, hablaba de la sonrisa de Jimin.

Tan hermosa como miles de amapolas.

—¿Entramos? Ya quiero ver cómo es por dentro.—Tomó la mano de Jungkook, entrelazando sus dedos.

Ambos caminaron hacia la entrada y Jimin sacó las llaves de su pantalón. Tomaron un poco de aire y luego lo soltaron, Jimin abrió la cerradura y empujó suavemente la puerta, el pasillo les era mostrado. Caminaron tomados de las manos, pasearon por toda la casa imaginando donde pondrían todas las cosas. Aquel lugar era muy acogedor, se sentían bastante bien entre aquellas paredes, se sentían protegidos en medio de los pinos.

—Creo que es hora de empezar a meter las cosas.—Dijo Jungkook.

—Ah, esa es la parte difícil. Quisiera que por arte de magia entraran.

—Yo también lo quisiera. Quisiera que de la nada tuviesen conciencia y entraran caminando. Aunque eso sería muy terrorífico, imagínate al toca discos caminando, uy.

Jimin rió tanto que sus ojos desaparecieron en medio de su sonrisa. Distrajeron su tiempo en reír sentados en el piso. La mudanza podría esperar un poco.

Jimin y Jungkook estaban echados en el piso, cabezas juntas, mientras estaban en silencio, les gustaba mucho conversar pero también les gustaba aquel sentimiento de seguridad cuando todo estaba en silencio.

—Uhm, aquí le falta un poco de música.—Susurró Jimin con los ojos cerrados.—Pondré algo de mi celular.

—No lo hagas, estrenemos el tocadiscos y los vinilos que compramos.

—Está bien, pero tú tráelos. Tengo pereza de levantarme.

—Eres un flojo.—Rió Jungkook levantando su espalda del piso. Viendo cómo aún los párpados de Jimin estaban cerrados.

—No puedo responder, estoy muerto.

—Estás meditando.

Ambos rieron.

Jungkook se levantó y fue con pasos flojos hacia el auto, abrió el portaequipajes y con mucho cuidado tomó el tocadiscos, lo acarreó hasta su sala y lo puso en uno de los muebles. Luego volvió a hacer su recorrido por los vinilos, tomándolos entre sus brazos y adentrándose nuevamente hacia su hogar. Se sentó con ellos en el piso cerca de Jimin, su novio aún tenía los ojos cerrados mientras que un poco de sus mechones recorría por su fino rostro. Llevo su mano hacia los mechones y los peino hacia atrás, acariciando la suave piel de Jimin, logrando que su novio sonriera y que por fin abriese los ojos.

—Escoge uno.

—Mhm, será al azar.—Volvió a cerrar sus ojos y llevó su mano hacia la caja, pasando muchas veces por los discos hasta que su mano cayó en uno en particular, lo alzo y se lo pasó a Jungkook.

" 1997 „ ┊ kookmin au ᵕ̈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora