♡ cuarenta y tres.

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Sentado en su sofá podía ver los recuerdos juntos pasar por sus ojos, todo en un segundo, porque sabía que hoy en esta noche sin estrellas él acabaría con la historia que habían hecho juntos, iba a arrancar las hojas de su libro, iba a quemar la tinta que juntos habían hecho para escribir los párrafos de lo que son.

Eso lo hundía en una inmensa tristeza. Le quitaba la respiración, lo hundía a una fosa oculta en el mar.

Bebió el whisky que se había servido para llenarse de valor para poder romper el corazón de aquellos ojos redondos que le miraban con tanto amor. Sentía como su corazón se estrujaba cada vez que pensaba en ello.

Una vez le había prometido a Jungkook que nunca le haría el mismo daño que cargaba en sus hombros.

Una vez le había prometido que él le protegería de todo mal.

Las promesas eran tan frágiles como los copos de nieve, al tacto se derretían contra tus dedos o nariz.

Quería convencerse en no hacerlo, quería poner mil y un razones válidas para no hacerlo.

Pero siempre había querido lo mejor para Jungkook y si de alguna forma su relación perjudicaba a la carrera que tanto le había costado construir, se haría a un lado. No importaba que. Tal vez después de todo podrían bailar un vals en los sueños del otro. Era un acto egoista, un acto que debió consultar con Jungkook, algo que debió de hablar con alguien más, pero él tenía la mala costumbre de cargarse las cosas, de solo sonreír y asentir. De ser una marioneta para que otros pudiesen cumplir sus metas a través de él. La carga que se había puesto en sus hombros era tan pesada que ya le hacía una joroba. Era tan pesada que ya le asaltaba en las noches.

Creía que podría con la carga de romper algo que tanto había querido.

Se creía fuerte.

A pesar de que no lo era. A pesar de sólo ser un ser manipulable y maleable. A pesar de ser él.

El timbre de su departamento sonó, era Jungkook, las horas de ellos como una linda historia de amor estaban contadas.

Después de todo, toda buena historia suele tener un final trágico.

¿No?

Una historia memorable.

Que de cualquier forma se quedará en la piel.

A pesar de que se tatuara en la piel de la forma más dolorosa posible.

Jimin se levantó de su sofá y guardó la botella junto al vaso de whisky que había estado tomando, soltó un suspiro pesado y largo antes de abrir la puerta.

Tenía que llenarse de valor para ver a los ojos redondos de Jungkook.

Abrió la puerta, sintiendo como sus manos temblaban en el picaporte.

Era hora.

Vamos, hazlo.

La manecilla apuntaba a las once de la noche, era una hora que tenía a Jungkook desocupado por eso lo había citado tan tarde, así tendría todo el día para pensar lo que le diría y tendría el resto de la noche para llorar por aquello. Le había citado en su departamento con la consigna de "tenemos que hablar". Ambos se miraban a los ojos mientras un inmenso silencio les rodeaba, era tan abrumador que podían escuchar los latidos del otro. Jimin trataba de no mirar por mucho tiempo a Jungkook a los ojos, estaba algo ebrio, solo un poco, por su condición etílica podría romper en llanto. En la habitación nadie quería hablar, Jungkook sentía la ansiedad en su piel y en su estómago, Jimin sentía el miedo y la tristeza en su garganta. Mientras más tardarán su historia aún perduraría.

" 1997 „ ┊ kookmin au ᵕ̈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora