dieciséis.

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jungkook.
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Las había conocido cuando era un adolescente en una fiesta de adultos, cuando las probó por primera vez le hicieron tocar las estrellas, le hicieron dar vueltas y vueltas en un arcoíris, pero luego de la primera vez que las consumió no habían sido concurrentes en el. Habían llegado a ser sus compañeras clandestinas de medio tiempo cuando se había caído en los brazos de la depresión que le había acompañado toda la vida. Le ayudaban de cierta forma.

Como ahora.

Su nariz le ardía por lo que anteriormente había consumido, limpio los restos que aún yacían en su nariz, recostó su espalda contra el respaldar y tiró su cabeza hacia atrás, ya empezaba a captar los efectos de su recurrente amiga, su cabeza daba vueltas mientras que por su espina dorsal se escurría la euforia del momento, aquella que le hacía feliz y olvidar muchas cosas que se sentaban a su lado. Su garganta empezaba a secarse con una sonrisa borracha en el rostro tomó la botella de vodka que estaba a su lado y la bebió, tal agua que quita la sed, se la quitó a él.

La mayor parte del tiempo cuando estaba borracho o drogado dejaba de estar deprimido, por eso aquellos vicios eran un bucle constante en si, le hacían feliz, aunque fuera solo un momento y aunque le consumían desde adentro.

Pero a veces, cuando estaba drogado en las nubes y borracho en las estrellas, se ponía algo melancólico, se ponía a pensar en cosas que no pasaron y que no pasarían, empezaba a imaginar.

—Ah, soy un maldito bastardo.—Se dijo en voz alta.

Como habían buenas rachas habían malas, sus malas rachas era que estar en las nubes a veces lo ponían el doble de melancólico y deprimido, era un grano de un millón cuando pasaba eso.

—Tratas de empezar pero aún guardas las fotos. Tratas de empezar sonriéndole a alguien más cuando deseas que sea otra persona, la persona de la que estás enamorado.—Rió.—Bastardo inútil, como papá diría, ni siquiera eso puedes hacer bien.

—Y como él también lo diría...

Suspiro cansado y volvió a tomar de la botella, el líquido se escurría por las comisuras de sus labios mientras trataba de beberse todo de una. La mala combinación de un sándwich de huevo mañanero, la cocaína y el vodka hicieron revolver su estómago. Tuvo que pararse corriendo a su baño más cercano y arrodillarse enfrente del inodoro para soltar todo lo que su estómago le pedía.

Limpio su boca con una toalla y jalo la cadena, recostó su espalda contra la fría baldosa mientras consideraba tomarse lo poco que había sobrado en la botella.

—¿Qué?—Miro su brazo con mayor detenimiento, encontrándose con una envoltura de plástico.—No me jodas.

Hizo como pudo, su cabeza pesada no le daba comodidad más allá, inspeccionó mejor su brazo y vio un tatuaje nuevo, no quiso romperse la botella porque solo eran unas flores, un ramo de Spireas.

Suspiro de alivio, la última vez que se había hecho un tatuaje inconsciente se había arrepentido mucho, tanto que tuvo que hacerlo sanar para luego cubrirlo, era una buena anécdota después de todo.

—Chiquillo impulsivo.—Negó con la cabeza.—¿Qué haré contigo, Jungkook?...

—¿Qué haré conmigo?

Se volvió a acostar contra la pared, mientras veía atento el líquido en la botella, lo revolvió un poco y se lo terminó. Busco una posición cómoda y empezó a cerrar los ojos, sus párpados pesaban pidiendo que se deje abrazar por Morfeo.

Sus sueños a veces eran cosas sin sentido, garabatos en un lienzo, pocas veces tenía pesadillas, los monstruos debajo de su cama le acechaban y a veces sus sueños eran películas nítidas del pasado o del que pudo haber sido.

Soñaba, soñaba y soñaba.

Prados verdes rodeados de flores, un riachuelo entre sus pies, pájaros cantando en los árboles y aquella silueta sentada en el tope de la montaña. Jungkook caminaba hacia ella, porque reconocía aquella silueta, esa fina y dulce silueta. Caminaba por el pasto, sintiendo el cosquilleo en sus pies, la brisa sacudiendo sus mechones y el sol quemando sus mejillas. Caminaba y caminaba tratando de llegar, el camino era cada vez más corto. Jimin se volteaba, sonriéndole, sus mechones rubios iluminados por el sol y sus mejillas rojas por el calor. Pero cuando trataba de alcanzarlo y tomar su mano siempre despertaba.

Como ahora.

Despertó de un salto por el ruido que se hacía en su puerta.

A duras penas se levantó y fue arrastrando los pies, aun con su botella de vodka entre sus brazos como tal vez un arma que le pudiese ayudar a defenderse de quien sea que esté tratando de meterse a su casa. Fue silencioso al ver la espalda de una mujer, levantaba la botella por si le fuera a atacar. Pero cuando esta mujer misteriosa se dio la vuelta bajó la botella, quería desaparecer.

—¿Jungkook?

—Yuqi.

La mejor forma de ver a tu hermana menor después de un año y más no es cuando la tratas de noquear porque crees que es una ladrona, pero ahí estaban.

La preocupación llegó inmediatamente cuando Yuqi vio como estaba Jungkook, ojeras negras cubrían sus ojos, labios secos, todo a su alrededor parecía estar de cabeza, las luces oscuras y el piso sucio. Todo en su hermano parecía estar roto.

Y tuvo ganas de llorar.

—Hey...¿Quieres...—Se movió hasta su cocina para buscar algo que ofrecerle a su hermana, no encontró nada más que una caja de cereales.—...cereal?

—Estoy bien.

—Okay.—Asintió, tomando la caja de cereal para comer un poco.—Perdón por el desorden, si hubiera sabido que vendrías hubiera ordenado.

—¿Cómo sabrías que vendría si nunca contestas las llamadas?—Pregunto, haciendo su camino hasta el sillón, encontrando la vieja amiga blanca de Jungkook sobre la mesa. Suspiro ignorándola.—Jungkook...

—No debiste venir.

—¿P-por qué?

—Porque si, te pediré un taxi, te reservaré un hotel y te pagaré el boleto para que vuelvas, no es el mejor momento, Yuqi.

—¿Y cuándo será el mejor momento para que nos volvamos a ver?—Otra voz conocida se unió a la conversación.

Parecía una mala jugada de la vida, había hecho que los hermanos se reúnan.

—Naye...

–Hola, Jungkook, a pesar de que no nos quieras aquí, nos vamos a quedar.—Hablo cerrando la puerta a su detrás.

–Preferiría si se quedaran en un hotel.—Rasco su nuca mientras aún comía del cereal, restándole importancia al ceño fruncido de su hermana mayor.

—No lo haremos, nos quedaremos aquí.

Jungkook rodó los ojos, algo cansado.—¿Por qué la insistencia?

—Porque nos preocupas.—Hablo Yuqi, mirando la televisión, no había nada ahí, solo miraba un punto perdido.

La voz angustiante de su hermana le hizo flaquear, aceptó que se quedaran por el tiempo que quisieran y se disculpó por todas las veces que les había evadido las llamadas, no era su intención preocuparse de la forma que lo hizo.

Después de todo, sería bueno tener la compañía de sus hermanas en aquella solitaria casa, podrían ayudarle a empezar a poner orden en su vida. Empezando por limpiar todo su desastre.

" 1997 „ ┊ kookmin au ᵕ̈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora