Capitulo 13: ¡Dios mío, no me dejes!

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Bajo las escaleras bostezando y froto lentamente mis ojos. Me siento un poco cansada ya que anoche me desvele jugando videojuegos con mis hermanos.

—¡Buenos días, pequeña!—saluda mi madre alegre.

Miro como sale de su despacho con algunos documentos y su bolso. Lleva puesto un vestido azul muy elegante.

—Suerte en tu viaje. No quiero que estés peleando con tus hermanos y mucho menos hagan cosas estúpidas porque no viajare hasta allá para sacarlos de la cárcel—dice colgando el bolso en su hombro.

—Por favor, mamá. Sabemos comportarnos y no te preocupes al regresar todos te contaran lo que hice—sonrío con malicia mientras que ella me mira preocupada.

—Despídeme de tus hermanos. Los quiero mucho—me da un beso en la mejilla y sale apresurada.

Sale de la casa y a los cinco minutos baja mi padre con una maleta que el chofer toma en seguida para subirla al auto. Sigo a mi padre hasta su despacho, él saca varios folders  de su escritorio para meterlos a su maletín.

—¿A dónde vas, Matías?—pregunto sentándome en uno de los sillones.

Él me mira seriamente y yo sonrío con mi carita especial.

—Soy tu padre Charlotte, no tu amigo—contesta apurado y sonrío burlona—. Tengo que ir a Guadalajara por un caso legal que se complicó. Regreso en tres días, mi amor. Despídeme de tus hermanos y no olviden que los amo—dice dándome un beso en la frente y sale rápido de la casa.

Salgo de su despacho y recuerdo las veces que hacían lo mismo cuando éramos pequeños. Era triste cuando tenían que salir de viaje y los necesitábamos por algún evento escolar o alguna competencia. Mi nana siempre buscaba la forma de consolarnos y muchas veces tenía que estar en tres lugares distintos al mismo tiempo.

Conforme fuimos creciendo ya no nos afectaba tanto porque siempre regresaban con regalos para tratar de recompensar las veces que no estuvieron con nosotros.

—¡Buenos días, mi niña!—saluda mi nana—. ¿Ya desayunaste?—pregunta y niego.

Ella entra a la cocina y escucho como abre las gavetas de madera.

—Buenos días, mi amor—dice Mohammed dándome un beso en la mejilla—. ¿A qué hora iremos a tu estúpido viaje?

—Yo no te invite así que no sé porque te quejas, aun estas a tiempo de quedarte y no ser un grano en el trasero.

—Eres mi esposa a donde vayas tengo que ir, así sea hasta el fin del mundo—me lanza un beso.

Para ser un magnate árabe me sorprende las cosas que a veces hace. Creo que será divertido molestarlo.

—¡Que romántico!—digo sarcástica mientras le lanzo otro beso.

Desayunamos en silencio los dos solos. Cuando termino, subo hasta mi habitación con Mohammed siguiéndome. Toma mi brazo y entramos los dos a la habitación.

—¿Qué haces?—pregunto empujándolo lejos de mí y camino hasta mi cama.

—¿Qué estupidez vas a hacer en ese lugar?—pregunta molesto.

No hay día en que este hombre no se moleste por algo.

—No es algo que te incumba. Ahora lárgate de mi habitación porque salimos en tres horas—entro a mi armario.

Me asomo de nuevo para ver si sigue aquí pero ya no está. Empaco un poco de ropa deportiva ya que solo son dos días del viaje.

Pasan las tres horas de espera y justo ahora estamos subiendo las maletas a la camioneta de Oliver. Aunque también viene con nosotros dos camionetas con seguridad ya que Mohammed así lo ordenó.

CharlotteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora