Capitulo 2: Galletas

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El avión aterrizó en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México cerca de las 11:00 am, fue un vuelo de 12 horas. Bajamos del avión todos los deportistas mexicanos que participamos en los Olímpicos. Sonrió al momento de tocar el suelo de mi hermoso país, todos estaban muy alegres porque ganamos varias medallas en Francia.

Cuando entramos a la sala de espera muchos periodistas se acercaron corriendo hasta nosotros para hacernos algunas preguntas y tomarnos fotos. No me sorprende demasiado ya que hace cuatro años fue lo mismo cuando regresamos de Rusia.

Se acercaron hasta mi cerca de diez reporteros gritando mi nombre y tomándome fotos. Giro en busca de Oliver, pero él se encuentra en la misma situación. Se da cuenta que lo estoy mirando por lo que me sonríe y yo sonrío de vuelta.

—Charlotte, cuéntanos un poco sobre tu victoria en los cien metros—habla una reportera acercando su micrófono para que conteste.

—Fue una competencia difícil ya que todas las nadadoras son muy buenas, lo reconozco. Pero no fue un golpe de suerte o el dinero que hizo ganarme estas tres medallas de oro—muestro las medallas a las cámaras—. Estas medallas son el reflejo de pasar todos los días entrenando por varias horas, de tomar dietas estrictas y tener un buen horario de sueño. Simplemente fue la disciplina lo que hizo que ganar estas medallas—respondo orgullosa a la reportera y ellos me miran alegres.

—Charlotte, ¿algún consejo para todas las niñas deportistas que nos están viendo en este momento?—me pregunta un reportero reconocido.

—Lo único que puedo decirles es que no dejen de luchar por sus sueños. Sigan siendo deportistas disciplinas y apasionadas, que nadie les diga que no sirven para los deportes. Luchen por aquello que les apasione sea el deporte que sea, no se rindan. El día de mañana ustedes traerán más medallas a México.

Después de hora y media, logramos salir del aeropuerto ya que al parecer hoy llegan muchas celebridades al país y por eso la prensa invadió el aeropuerto.

Afuera nos espera Joaquín, uno de los choferes de mis padres que por esta ocasión vino a recogernos. Normalmente somos independientes y no nos gusta vivir a costa de mis padres. Nuestras carreras como deportistas nos ayudan con nuestros gastos, aunque la gente nos siga viendo como unos niños mimados. Pero que se le puede hacer, nunca vamos a complacer a la sociedad.

—¡Buenos días, Joaquín!—saludamos los tres al mismo tiempo por lo que él sonríe.

—¡Buenos días, chicos!

Entramos a la camioneta para ir a casa. Disfruto el largo trayecto hasta mi hogar, estuve fuera algunas semanas en cambio me pone de bien humor estar en casa junto con mi familia para celebrar mi victoria.

—¿Y si esta noche vamos al bar de siempre para festejar?—pregunta Oliver mientras escribe en su teléfono. 

Oliver es el mayor de los tres por algunos minutos. Es un profesional en el taekwondo y tuvo la oportunidad de ir a sus primeros juegos olímpicos trayéndose a casa el oro. Él es muy responsable y ordenado con sus cosas, todo tiene que estar en orden y en perfecto estado. Actualmente, estudia el octavo semestre de la Licenciatura en Derecho por que desde pequeño tiene el sueño de convertirse en un gran abogado como lo es mi padre.

—Si, les avisare a los chicos que nos vemos cerca de la media noche—responde Sebastián mientras juega con su Nintendo. 

Sebastián fue el segundo en nacer. Él ama el béisbol con su vida entera, desde pequeño ha jugado todas las posiciones del cuadro, aunque actualmente está entrenando muy duro para ganarse un lugar en las ligas mayores de Estados Unidos. Él es todo lo contrario de Oliver. Actualmente, se encuentra en el séptimo semestre de Finanzas. Debo admitir que es muy bueno con los números y todo lo que tenga que ver con hacer negocios.

CharlotteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora