Capitulo Treinta cinco

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- ¡______, llegué! - Harry entró al hogar, una media hora después de que sucediera la caída de la joven escritora. Él se quitó su chaqueta, y la colgó en el perchero de la entrada para luego caminar hacia la sala, extrañado.

Visualizó toda la habitación, pero nada. Subió hasta la habitación de la chica, tocó a la puerta pero tampoco sintió que le gritara un "Entra" o tal vez "Lárgate de acá" por lo que decidió abrirla por su cuenta. No había nadie.

- ¿Dónde estás? - Su grito se escuchaba por toda la casa. Me encogí de hombros, pensando que existía la posibilidad de que saliera con las chicas. Decidí bañarme para luego cambiar mi ropa, por una más cómoda y bajar por las escaleras.

Simon nos había hecho trabajar mucho el día de hoy, y realmente necesitaba un refrigerio así que abrí la puerta de la cocina, doy vuelta en el mesón para abrir la nevera hasta que me encuentro con... con...

- ¡______! - La llamé escandalizado. Al ver que no respondía, ni se movía, me preocupé aún más. Pero la gota que colmó el vaso, era que de su nariz salía sangre lo cual cubría toda su cara de esa sustancia rojacea - Oh Dios. ¿Qué hago, qué hago? - Caminaba de un lado a otro.

Me detuve, pensando que esto no ayudaría en nada así que verifiqué si seguía respirando. Suspiré, gracias a Dios que sí. La senté en el suelo, para que la sangre no pase a la garganta, e incliné su cabeza hacia abajo un poco. Busqué con impaciencia un pañuelo, para presionar sus fosas nasales. Luego de verificar de que parara de salir ese líquido, la levanté del suelo, y corrí rápidamente hasta mi auto, que se encontraba afuera. Abrí la puerta trasera, maniobrando un poco para que la chica en mis brazos no cayera al suelo, y la deposité con algo de brusquedad debido a mi preocupación de llegar rápido al hospital.

Arranqué a toda velocidad hasta el hospital más cercano, mientras que trataba de normalizar mi respiración.

- ¿Desde hace cuánto estará inconsciente? ¿Qué será que tiene? ¡Dios! ¿Por qué estoy preocupado? Ella es solo... solo... Al diablo con todo. Sí estoy demasiado preocupado, ella me importa más que mi vida y si le pasara algo yo solo... yo... - Pensé. Moví mi cabeza de un lado a otro, tratando de dispersar toda clase de pensamientos.

- Todo va a estar bien, todo va a estar bien - Trataba de calmar a la inconsciente chica demonio, pero lo cierto era que ella no es la que necesita calmarse.

Saqué el teléfono de mi bolsillo y apreté en la tecla número tres. Tenía a Liam en marcación rápida, en ese puesto.

Una... Dos... Tres... Seis timbrazos habían dado, y nada que el chico Payne contestaba. Solté un grito de desesperación, hasta que finalmente llegué al hospital.

La bajé casi igual que como la monté en el carro, y corrí con ella en mis brazos al estilo princesa. Claro que este era un caso totalmente distinto, a la situación que se imagina cuando se hace este "estilo".

Observé detenidamente cómo lucía así, dormida, de alguna forma y no pude evitar pensar que se veía hermosa. Era como si nada malo estuviera pasando ahora, pero el hecho de que estuviera corriendo con ella en brazos, en un hospital, no era claramente un buen momento... y el que ella comenzara a sangrar por la nariz nuevamente, me lo ratificaba.

- ¡Un doctor! ¡Un doctor! - Gritaba angustiado. Me sentía totalmente exasperado en estos momentos. Llegó una enfermera junto a unos hombres con una camilla. Lo siguiente que supe fue que se la habían llevado a una habitación, diciéndome que debía llenar un papel sobre los datos de ella, y esperar unos momentos en la sala de espera.

Y aquí estaba, sentado en una de estas incómodas sillas, moviendo mi pie impacientemente contra el suelo. Decidí intentar volver a llamar a Liam.

Letters to Juliet [Harry Styles AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora