Epilogo

123 7 1
                                    

Epílogo.

– ¡Mamá! Papá dice que vayas a salir pronto; ya deben llegar pronto todos – Me anunció el pequeño Anthony, moviendo la manga de mi camisa para que le prestara atención. Le sonreí, acariciando sus pómulos y asentí.

– Dile que pronto estaré ahí –

Un carraspeo hizo que ambos volteáramos.

– No hace falta, cariño. Te he escuchado – Mostró sus perfectos dientes aquel chico que me roba el aliento.

Detrás de él vi a Amy, hermana menor de Anthony. Se escondió detrás de su padre, para luego salir pegando un brinquito.

– ¡Bu! – Gritó – ¿De he adusdado, mami? – Preguntò con su inocente voz, haciéndome soltar una risa. A esta altura las únicas cosas que sabía decir bien era mamá, papá y comida.

Peiné sus rizos castaños, y le sonreí.

– Claro que sí, mi cielo –

¡Paff! Sonó algo cayéndose a nuestro lado. Los presentes pegamos un brinco del susto.

– ¿Esto es...? – La agarré con mis manos y limpié un poco la tapa. Sonriente, dirigí mi vista hacia Harry, quien me miraba de la misma forma.

– Nuestro álbum de fotos – Asintió él.

La abrí, y la primera foto me trajo muchos recuerdos. ¿Recuerdan aquel primer beso, en el parque de diversiones, montados en el viaje a la luna? Claire nos había mencionado la existencia de esa foto, y nos la regaló. Solo se veía la parte de afuera de la figura de metal, pero era bastante significativa.

Pasé a la siguiente página. El día de la boda de Claire; Mariel había capturado el momento justo cuando Harry cayó al suelo, y yo me encontraba corriendo hacia él. A mi lado escuché la carcajada de el chico caída-romeotística. Reí junto a él, y escuché a Anthony y Amy riendo también. La pasé, y esta mostraba a un chico ruloso vestido en esmoquin mirando con amor a una chica demonio, quien le miraba de la misma forma usando un vestido de novia.

Reí al recordar cómo Louis se había dado el emborrachamiento del año en ese día, e instintivamente recordé cómo aquel chico de sonrisa matadora me había propuesto matrimonio.

Flash back.

Él me tomaba de la mano hacia un lugar desconocido, porque lo era; no tenía la menor idea de a dónde me estaba llevando. Llevábamos cinco meses de hermoso noviazgo, y esta noche me había dicho que quería salir conmigo para celebrar a lo grande.

Actualmente estábamos en Italia para acompañar unos momentos a la abuela de mi novio -que bien sonaba decirlo- y su esposo, así que Nora quien era la hermanastra de Harry, me habìa llevado hasta mi casa un precioso vestido color turquesa, y unos tacones negros. Me sorprendì bastante por tanta formalidad, pero no le tomé importancia.

La misma Nora, con ayuda de Ana -Anny, Mariel, Joss y Nicole estaban en estos momentos viviendo con sus novios en Londres- me habìan maquillado y peinado para quedar espléndida frente a mi chico ruloso.

Así que, acá estábamos: él llevándome a ciegas por lugares desconocidos, y yo muriéndome por dentro de la curiosidad. Intenté levantarme un poco el pañuelo de mis ojos, pero Harry me pilló, desgraciadamente. La curiosidad mató al gato.

– Puedes quitártelo – Susurró su voz en mi oído, provocándome un escalofrío. Él lo notó porque sentì su suave risa.

Con màs curiosidad que antes, hice lo que me dijo. ¿Han visto alguna vez Crepúsculo? Me refiero específicamente al final, cuando Edward lleva a Bella a aquel baile escolar, y juntos se ponen a bailar una de esas canciones empalagosas. El lugar en donde bailaron era un vivo retrato de lo que veía: Una pista de baile improvisada, construída con madera, y llena de luces por doquier.

Sonreí ante aquel lindo detalle de Harry; me di la vuelta, y casi me daba un paro cardiaco. Las luces iluminaban el rostro de él, y hacían aún más brillosos aquellos matadores ojos verdeazulinos, los cuales me miraban con un pequeño brillo propio de ellos. Para rematar, se encontraba con esa sonrisa quita alientos que me provocaba perder la cordura.

– Yo... – Mordí mis labios, buscando cómo decirlo – Esto es perfecto, Harry. Nadie nunca había hecho algo así tan lindo por mí, y verdaderamente lo aprecio – Me acerqué a su cuerpo, y él mismo se ocupó de acercar también nuestros labios.

Porque lo màs bonito de todo el sufrimiento que alguna vez pudiste sufrir, es que habràn buenas nuevas: al final del camino es cuando aflora ese romanticismo y esos sentimientos de los que tanto renegabas, que te harán encontrar la verdadera felicidad.

Harry encendió un pequeño reproductor de música, sonando alguna canción lenta que en estos momentos no reconocía. Luego se acercó a mí, y comenzó a darme vueltas como una bailarina, para luego pararme y sonreírme.

– Tengo una razón para hacerlo perfecto, señorita ____ (apellido) – Me miró fijamente, haciéndome sentir que fácilmente podía ver mi alma entera. Siguió moviéndose, bailando al ritmo de la canción.

– ¿Y cuál sería esa razón, señor Styles? – Le seguì el juego, riendo. Él me guiñó el ojo, y se acercó a mi oído.

– Que usted pronto pase a ser señora Styles –

Eso hizo mi corazón detenerse, y casi salírseme por la boca cuando observé que él se estaba arrodillando frente a mì con una caja de terciopelo en su mano.

– Tal vez nuestro amor ha sido un poco dificultoso, e incluso prohibido en alguna época, pero juntos hemos salido victoriosos de esos obstáculos. Pasó tiempo, y me di cuenta de la verdad: tú eres, y serás la chica ideal para mí. Mi padre solía decirme cuando antes que un Styles entrega su corazón para siempre, y definitivamente yo te he entregado el mío desde hace meses, asì que, ¿te casarías conmigo? Me harías el hombre más feliz del mu–

Mis ojos se aguaron, y me lancé a sus brazos dándoles besos por doquier. No lo dejé terminar con su monólogo, pero ambos sabíamos mi respuesta.

Fin flash back.

La pasamos, y esta mostraba a Harry cargándome a lo princesa, mientras que ambos sonreíamos a la cámara. Atràs se veìa una cabaña: donde dormiríamos esa noche. No, el fantasma no había tomado la foto: le habíamos pedido amablemente a un señor que nos hiciera el favor.

La siguiente era en la misma cabaña: mi ahora esposo se encontraba mordiendo mi labio inferior, y yo tenía mis brazos alrededor de su cuello.

– Papi, ¿te estabas comiendo a mami? – Anthony miró con sus inocentes ojos a su padre, este se puro rojo y estático como una estatua de tomates. Reí, y pasé la página antes de cualquier otra reacción mala, pero mi mente vagó a otro lado: mi primera vez con él.

Flash back. (Lo hice lo más suave posible, pero está en sus manos leer o no).

Me encontraba en el cuarto de baño del lugar donde nos hospedábamos. Lorenzo amablemente nos había prestado su cabaña que quedaba lejana de cualquier tipo de civilizaciòn, y nosotros la aceptamos como regalo de bodas por su parte.

Estaba mirándome fijamente al espejo.

– Vas a hacerlo finalmente – Me señalè. Bien podría pasar por una atleta apunto de una carrera – No te pongas nerviosa –

Demasiado tarde, pensé para mis adentros.

– Vas a salir para allá, y vas a dar lo mejor de ti – A otros ojos, seguro me veía patética, pero sinceramente estaba demasiado nerviosa como para pensar con lógica. Iba a cambiar mi atuendo, y abrí mi maleta. ¿Cuál fue mi sorpresa?.

No había ninguna de mi ropa interior. Solo lencería de Victoria's Secret.

¡Maldición! Tenía mis sospechas de la, o las, causantes. Y eso se vio confirmado cuando vi una nota.

"¡Mucha suerte! Y recuerda no comerte al pobre . Tus fieles amigas N, A, J Y M."

Las mataría con mis propias manos a esas cuatro. A regañadientes me vestí de una de esas despampanante y muy diminutas lencerías. Mordí mis labios, y estos adquirieron un color rosáceo natural. Pensé en peinar mi cabello, pero no serviría de nada, así que ese tiempo lo ocupé cepillando mis dientes. Cuando estuve lista, salí respirando hondo de aquel lugar. Harry se encontraba leyendo una revista que había ahí, usando únicamente un mono color negro, y dejando al descubierto su pecho.

Carraspee un poco, y él levantó la vista. No sé si lucía muy fea, o demasiado guapa: se le había caído la revista de sus manos, estampándose contra el suelo. Y su boca abierta era otro signo de sorpresa.

– ¿Qué tal estoy? – Pregunté, guiñándole el ojo y posando lo más sensual que pude. Él soltó una risita.

– Bastante... sexy –

Sonreí, y caminé hacia donde se encontraba él acostado. Me senté a horcadas encima de su cuerpo, y comencé a repartir besos por todo su cuello, luego le di un beso corto en los labios. Fui bajando poco a poco y pasé mi lengua por la mayoría de lo largo y ancho de su pecho.

Me acerqué hasta su oreja, y la mordí suavemente, escuchando un leve gemido de su parte. Bajé un poco más, pero Harry se dio la vuelta sobre el colchón, quedando encima de mí.

– Me toca a mí – Sonrió.

– Pero si apenas estaba empezando yo a... – Iba a replicar, pero un silencio suyo me dejó atontada. Si cada vez que hablara de más me iba a callar de esa forma, empezaría a parecerme a un loro.

Esta vez era él quien besaba todo mi cuerpo. Me sorprendì cuando en un abrir y cerrar de ojos me despojó de mi brassier, tirándolo lejos Dios sabrá dónde.

Estuve tentada a cubrirme con mis manos, pero Harry al adivinar mis pensamientos negó con la cabeza y me besó. Pasó sus labios sobre mis pechos, y comenzó a besarlos, mordisquearlos y juguetear con ellos. Gemí su nombre, sintiendo bastante bien la excitación que le estaba produciendo a él.

El resto pasó demasiado rápido. El pijama de él salió volando por los aires, al igual que mi braga y su boxer. Él comenzó a adentrarse en mí lo más lento posible, y tal vez no lo crean, pero a pesar de haber estado con Victor nunca habían pasado a más que besos: esta es mi primera vez. Y diablos que dolía como los mil demonios, pensé al sentir cómo mi virginidad se quebraba. Unas cuantas lágrimas salieron de mis ojos, pero mi chico ruloso las limpió enjuagándolas con sus labios.

– Más... rápido... – Logró salir de mis labios cuando luego del dolor, comencé a sentir el paraíso en mis manos. Unas cuantas embestidas más, y Harry se acostó a mi lado, besando mi frente.

– Te amo – Susurró.

Tenía mis ojos cerrados, y sonreí.

– Te amo igual –

Fin flash back.

Mis ojos comenzaban a llenarse un poco de lágrimas, pero las limpié rápidamente. Voltee la hoja, encontrándome con otra fotografía con una historia detrás de ella: Esta fue tomada minutos después de que naciera mi bebecito. Me encontraba con él en mis brazos acostada en la cama, con un aspecto terrible pero a pesar de todo sonriente. A mi lado, Harry nos observaba a ambos con un amor tan desbordante; estaba radiante.

– ¿Ese soy yo? – Preguntò emocionado Anthony.

– ¡Claro que sí, campeón! – Le sonrió mi esposo. Todos observamos con atención la foto.

Flash back.

– ¡Todo estará bien, cariño! – Escuchaba hablando a Harry, mientras que las enfermeras me llevaban apresuradamente hacia la sala de partos. Lo último que vi de él antes de entrar a aquel encierre lleno de cosas blancas fue cómo llamaba por el teléfono. A los chicos, supuse.

Al instante entró el doctor. Me preguntó si deseaba la presencia del padre, a lo que respondí afirmativamente. Él ordenó a una enfermera a ayudarlo a preparar para entrar.

– Entonces, ________, vas a pujar cada vez que te lo indique ¿de acuerdo? – Me sonriò. Asentì, respirando agitadamente por la boca.

Pasaron unos segundos, y sentì còmo la puerta se abrìa: Harry. Y fue justo ahí cuando me temí lo peor: ¿Y si se desmayaba él ahí? Lo había visto bastante en películas; y sinceramente, al ver el rostro tan pálido que cargaba el chico, apostaría a que sucedería.

El grito que soltè fue realmente desgarrador. Sentìa tanto dolor allà abajo, Dios. Era como estar en el infierno.

– ¡Puja! – Escuchaba al doctor. Yo le hacía caso, pero eso aumentó el dolor que sentía, por lo que solté otro de esos gritos.

– ¡Todo estará bien, cariño! – Repitió mi esposo, tomando mi mano. Aquí entre nos, creo que la estaba apretando demasiado duro: esta comenzaba a tomar un tono pùrpura.

–¡Estará bien un cuerno! – Chillé, provocando la risa de todos los presentes en la sala – ¡Te odio! – Volví a gritar con dolor. Oh, maldición, casi podía ver la luz llena de llamas, y al diablillo saludándome y todo.

Harry me miró con una sonrisa en su rostro.

– Yo te amo –

Iba a replicarle con cualquier insulto, pero el llanto de un bebè acaparó mi atenciòn.

– ¿El padre quiere cortar el cordòn umbilical? – Preguntó sonriente el doctor. Él asintió un poco pasmado y abrumado, y se acercó hacia él. Cuando finalmente lo hizo me miró con esos ojos llenos del mismo brillo que cuando me pidió matrimonio.

– Anthony – Susurró.

Fin flash back.

Letters to Juliet [Harry Styles AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora