Capítulo 9. Salvadora desconocida.

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Apenas llegamos al Motel, me encerré en mi cuarto, a sumergirme en mi propia miseria, lo que era un total desperdicio, ya que estaba utilizando mis ultimas horas de libertad llorando en una húmeda y pequeña habitación, pero ¿que me pasaba?

Se suponía que estaba arreglando mi vida, estaba tomando las decisiones correctas, si estaba yendo por el camino correcto ¿Por qué carajos me sentía tan mal?

Estaba en mi plena juventud, debería estar conociendo gente, preparándome para ir a la Universidad...
Realmente jamás había mostrado interés en ir, cosa que mi padre agradecía, ya que solía repetir que las pocas chicas que lograban adentrarse olvidaban su rol natural de mujer, y se perdían.

Monica siempre me dijo que la rebelión femenina se venía y debía estar preparada, ella me enseño el mundo que no conocía, me abrió los ojos a una vida más emocionante, que la que me esperaba si me quedaba limpiando pisos, sumida antes los pesados pies de ese sistema patriarcal en el que vivimos ...

*Flashback*

Mónica y yo decidimos escaparnos, e ir a dar un paseo a nuestro lugar especial; un rinconcito en un lugar de un bosque que ella había encontrado cerca de la carretera a afuera de la ciudad, en su auto tardamos unos 30 minutos en llegar.

-¿Qué tal el camino?- me dijo una vez llegamos.

-Todo es perfecto cuando estoy contigo- le digo con una sonrisa enorme.

-Eres hermosa Alice- dijo mientras acariciaba mi brazo.

No importaba cuantas veces lo hiciera, ese ligero toque de sus dedos en mi piel lograba ponerme nerviosa y sonrojarme al instante.

-Te quiero- dije de repente, rápidamente mire a otro lado, tenía muchísima vergüenza lo había dicho sin pensar, mi alma fue la que hablo, no mi boca.

-Alice, mírame- me dijo tomándome del mentón para que volteara a verla.

-Yo también te quiero cariño-

No le dije nada, solo sonreí, estaba tocando la felicidad con la palma de mi mano, me sentía plena, segura, ella era mi hogar.

-Por eso mismo, quiero darte esto- saco del maletero un pilar de libros -quiero empezar a darte lecciones para que apruebes tu examen de admisión, es muy importante empezar ya, solo tenemos un año antes de que tengas edad para presentarlo- me dijo totalmente seria y concentrada en sus propias palabras.

-Así que usted señorita Walker- dije con un tono de picardía -¿va a darme lecciones?-  solté con la mirada coqueta, alzando una ceja.

-Aun que me gusta la manera en la que lo dice señorita Alice- dijo siguiéndome el juego -esto es realmente importante para tu futuro- esta vez su voz era seria.

-Esta bien, tomare las clases, y no solo ingresare, seré de las mejores, estarás muy orgullosa de mi Mónica, te lo prometo-.

*Fin del flashback*

Mi Mónica, cumpliré mi promesa - hable en voz alta solo para mi

Después de estar prácticamente todo el día sintiéndome como una grandísima mierda, decidí salir, si iba a seguir sumergida en melancolía y recuerdos tristes, no sería aquí, seria frente al mar, y con la esperanza de que el fuerte viento que abrazaba todo el ambiente fuera suficiente para arrasar con mi dolor.

Una vez fuera de mi habitación y del motel, decidí caminar sin rumbo fijo, la idea de quedarme tranquila a contemplar el mar había desaparecido por completo.
Empece a caminar hacia la nada, lo cual por su puesto era una terrible idea, ya que era de noche, yo apenas y conocía el lugar, pero en ese momento nada importaba, solo seguí caminando, y caminando; los pasos se volvieron mas acelerados, y mi respiración era cada vez mas rápida, ni siquiera asimile cuando empecé a correr sin cesar, el ardor en mi pecho era tanto y debía canalizar mi ira de alguna manera, una en la que no implicara el suicidio, aun que para ser honesta esa idea tampoco me desagradaba mucho..

Mis pies no daban un paso más, mis ojos estaban inyectados de lagrimas tanto que nublaron mi vista, no veía absolutamente nada, cuando sentía que me iba a desmayar, unos brazos largos me sostuvieron por detrás.

-¿Se encuentra bien?- pregunto una voz que en su momento no pude reconocer.

Me importaba una mierda de quien se tratará, me voltee y abrace a esa persona desconocida, que había acudido a mi rescate sin que yo se me diera cuenta.
Me envolví en sus brazos, la otra persona tardo en corresponder mi abrazo, pero supongo que me vio tan destruida, que tal vez le provoque algún tipo de lastima y correspondió a mi abrazo, unos segundos después.

Cómo  ya he mencionado antes no tenia idea de quien se trataba pero daba buenos abrazos, ni hablar de su aroma era exquisito, me sentí tranquila por un momento, perdida entre los brazos de aquel desconocido, me sentía realmente en paz, había logrado estabilizarme de una manera casi gloriosa, quería quedarme ahí para siempre, pero inevitablemente regrese a la realidad.

Estaba  abrazando a un completo desconocido a mitad de la calle.

Dios tal vez si necesito internarme en un psiquiátrico- pensé.

Me retire de la persona rápidamente.

-Disculpe señorita- estaba mirando el piso, pero sabía que se trataba de una mujer por que pude percatar sus zapatos rojos de tacón -me he sentido de una manera horrorosa en estos días, supongo que hoy me quebré por completo muchas gracia...- en ese momento subí mi cabeza para saber a quién había abrazado con tanta necesidad y bueno que puedo decir.
Al parecer la vida tiene un problema personal conmigo

-¿Usted?- dije abriendo muchos los ojos por la sorpresa, de verdad era quien menos esperaba toparme en estos momentos...

Enfermera Ratched.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora