Capítulo 24. El brillo de la suplica

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*POV MILDRED RATCHED*

Jefa de enfermeras, quédate conmigo esta noche por favor- Esas palabras salieron de la boca de Alice, más como una orden, que como un pedido.

Su voz ordenaba, pero en sus ojos un brillo distinto, uno que era diferente en ella, pero que a mi me resultaba tan familiar, ese brillo que surge de las pupilas, cuando las personas están asustadas, y suplican piedad.
Lo vi tantas veces en esos pobres militares, que atendí en la guerra, ahogados en dolor, que me rogaban desesperados por su muerte, ya no era raro ver esa expresión facial en sus rostros.
Muchas noches acudí al llamado de sus voces agonizantes, concediéndoles el alivio de la muerte extrañamente tranquilizante, que daba paz a sus almas en dolor.

Y es que sabía que yo no era una buena samaritana, ni una santa, pero también sabia que nada de las acciones que había cometido en el pasado, ni las que hago ahora, las llevo a cabo por pura maldad, siempre tengo un motivo, uno que es más fuerte que todo lazo en este mundo, el amor.

El amor por mi hermano Edmund, es el más puro e importante que experimentado en toda mi vida; nada de lo que hecho se justifica, pero todas las razones que me orillan a tomar cualquier decisión son pensadas desde hacer un bien para los que amo, sin importarme mucho los demás, ¿egoísta?, tal vez.

Pero he aprendido que la vida es una selva, solo sobrevive el más fuerte, y yo haría lo que fuera, para sobrevivir.

Solo había un detalle, en esta ocasión había algo diferente, mi corazón se sintió pequeñísimo ante la imagen de Alice, me sentí mal de ser causante de su suplica, y eso empezaba a asustarme, me asustaba ser tan vulnerable ante ella, me asustaba, pero también me encantaba, amaba realmente haber encontrado alguien con quien podía descansar de mi careta.

Y adoraba la idea de quedarme a dormir con ella, verla dormir toda la noche, admirarla en completa paz, pero sabía que si me quedaba, haría preguntas, y no sabía si estaba dispuesta a contestárselas, no quería mentirle, pero tampoco era acertado contarle toda mi vida, no podía confiar en nadie, no debía darme ese lujo.

-¿Entonces?, ¿Qué dices?- insistió después de ver  que no había respuesta.

Estaba nerviosa no sabía que contestar, yo no soy de tomar decisiones apresuradas, pero ahora me encontraba entre la espada y la pared.

-Está bien- dije con una pequeña línea dibujada en mis labios que formaba una sutil sonrisa, una que escondía la felicidad y nerviosismo que había dentro de mi en estos momentos.

-¡Muy bien!- exclamo Alice, ella no fue tan sutil,  dejo salir toda la euforia que sentía en una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Quieres dormir ya?- no era muy tarde, pero no sabía si ella estaba cansada.

-Aun no, quiero seguir hablando contigo-

Pensándolo bien, esta sería la oportunidad perfecta de seguir preguntándole sobre Mónica, y su vida antes del hospital.
Para ser honesta conmigo misma, el hecho de que ella me confesará que estuvieron juntas, me hizo sentir algo incomoda, tal vez por el echo de que ella fuera tan grande para Alice, aunque eso sería bastante irónico, ya que yo también estoy interesada en ella, y soy mucho mayor.

-¿De que quieres hablar ahora?- le dije alentándola a hablar.

-¿Ya no piensas preguntarme nada?-
Si pensaba hacerlo, solo quería que ella me preguntará.

-Cuéntame de tu familia-
Quería saber más sobre cómo era su trato con sus padres, si tenía hermanos, en realidad es que quería saber que era tener una familia.

-Bueno, soy hija única, mis padres se casaron muy jóvenes, pero jamás llegaron a amarse, mi padre siempre tuvo muchas aventuras con otras mujeres, y mi madre- suspiró, y se tomó su tiempo para volver a hablar. - Mi madre es la típica mujer abnegada, dedicada a la casa y a su marido, es una mujer muy noble, siempre intenta ayudar a los demás, resolviendo sus problemas, pero jamás se llegó a ayudar a si misma; creo que por eso le encanta estar al servicio de los demás, así se siente menos miserable-

-¿A quien quieres más?-

-Nunca lo he pensado, a mi madre supongo, aún que me exaspera con la idea de desposarme con Richard- había un desagrado bastante notorio en su cara.

Y en mi cabeza resonó el nombre de ese hombre, que empezaba a molestarme de sobremanera.

-¿Richard?- pregunté tratando de esconder mi enojo.
Entonces su rostro hizo una expresión como si acabara de recordar algo

-Si, Richard, el hombre que te dije que es muy amigo de mi familia, antes de conocer a Mónica salía con el, Richard es un tipo agradable, y muy comprensible, pero no es para mi-

-Me habías dicho que era solo un amigo- mi voz salió más ronca de lo esperado, el enojo me estaba invadiendo.

-Y lo es, ahora lo es, no quiero casarme con el, pero supongo que es mi destino, he perdido a Mónica, ahora no tengo a nadie por quien luchar, supongo que mi meta en la vida es hacer feliz a mis padres-

-Me tienes a mí-

No se que me pasaba por la mente cuando esas palabras salieron de mi boca, es decir, éramos amigas, cercanas, pero no se cómo lo tomaría ella.

No dijo nada, solo me abrazo, como si todo su mundo dependiera de ello, cuando pude reaccionar, la envolví en mis brazos; me gustaba estar así con ella, los brazos de una envuelta en la otra, era un sentimiento de seguridad increíble.

-Gracias- dijo Alice con un hilo en la voz.

No dije nada, solo seguí abrazándola con toda la fuerza de cada célula de mi cuerpo, podría quedarme así toda una vida.

-Mildred-

-¿Qué pasa?- le pregunté con la voz más suave, que tenía encontré en ese momento.

-¿Tu no te irás verdad?- levantó un poco la cabeza para mirarme -Prométeme que tu no me abandonarás- otra vez, estaba el brillo de la súplica en sus ojos.

-No me iré, te lo prometo-

Hay estaba Mildred Ratched, de nuevo entregando una parte de su corazón, permitiéndose ser vulnerable, permitiéndose ser humana.

*FIN DEL POV*

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Heeey, ¿como están?
Este capítulo está súper cortito, pero quería subir algo hoy:(
Empiezo semana de exámenes, y no se que tan seguido valla actualizar esta semana, pero haré lo posible, los tqm✨

Enfermera Ratched.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora