Capítulo 30. Gánatelo

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Estaba sola en mi habitación,
Mildred se había ido hace unas horas, pero la esencia de su perfume seguía impregnada en la habitación, y las caricias que había dibujado en mis piernas se seguían sintiendo vivas; era como si aquellas líneas que habían trazado sus manos estuvieran tatuadas en mi piel.

No pude evitar pasar las huellas de mis dedos, por donde los de Mildred habían estado hace un par de horas.

Esa sensación había causado un hormigueo en mi vientre, yo solo seguía guiando el camino que habían dejado sus dedos por mis piernas, estaba sola, recostada en mi cama y cegada por el calor que crecía en mi interior, en mi cabeza solo se podía repetir el momento en que ella estaba casi sobre mi.

Pérdida en su imagen, dejando que mi imaginación me llevara a otro sitio diferente a este, un sitio donde ella estuviera a mi lado.

Uno donde pudiera saborear sus labios propiamente, donde no hubiera prisa, donde nuestras bocas se conocieran de la manera adecuada, donde las dos cayéramos rendidas ante el cuerpo de la otra.

Me cayó un maldito balde de agua fría, cuando me percaté de lo que estaba haciendo, abrí los ojos, como si hubiera visto un fantasma y ahí fue cuando me di cuenta que mis manos ya no estaban en mis piernas, si no que estás habían ido más lejos, estaban jugando con mi ropa interior.

¡No lo podía creer! Parecía que mis manos hubieran tomado vida propia, por qué ni siquiera yo fui consiente de que cuando o cómo había llegado tan lejos.

¿Que diablos estás haciendo conmigo Ratched?

Solo a ella podía culpar, después de sus besos, de sus caricias, me había dejado sola, y con una gran necesidad de... atención.

Es bastante irónico que lo plantee así, ya que fui yo la que le pidió que parara, ahora sin duda me encontraba totalmente arrepentida.

Pero tampoco podía dejar que las cosas fueran más lejos.

Antes que cualquier desliz, estaba nuestra  "amistad" o cualquiera de las etiquetas que se le pudiera acomodar a la relación que llevábamos, en estos momentos eso era lo más importante para mi.

En cierto modo tenía miedo que si pasaba algo más, ella se alejará, o simplemente pusiera las cosas ¿incomodas?

Tampoco quería sentirme usada.
Nadie me aseguraba que después de ir más a allá de besos ella me botará, había escuchado se esas cosas pasaban muy a menudo.
Malditas inseguridades y miedos, no me dejaban pensar con claridad.

Decidí que era mejor dormir, antes de que mi cabeza exploté por procesar tantas cosas, o antes de que mis manos se vuelvan en contra de mi, y termine haciendo algo bastante penoso.

***

Me encontraba en el salón común, todo parecía tranquilo, estaba dispuesta a leer un libro sentada y tranquila disfrutando de mi pura existencia, al par de algunas letras que a algún loco le dio por escribir, pero una mano con uñas color carmín me impidió poner atención a mi lectura.

Dirigí mi mirada hacia arriba y mis ojos se iluminaron al verla.

- Señorita Peters, ¿Cómo se encuentra hoy?- pregunto con una sonrisa discreta, se le daba bien disimular, todo lo contrario a mi.

Enfermera Ratched.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora