Capítulo 20. Cuidándote

745 94 20
                                    

*POV MILDRED RATCHED*

Solo habían pasado 15 minutos desde que Alice, se había sometido a esa tortura, y es irónico que la llame así; ya que yo consideraba que la lobotomía era una idea revolucionaria, una salida que podían tomar las personas con mentes trastornadas, cuyos pensamientos e impulsos impropios no los dejaban descansar, incluso yo misma había echo ese procedimiento días antes con el sacerdote, el único que sobrevivió a la masacre de Edmund, pero ahora era muy diferente, es diferente por que no era cualquier persona, la que estaba en esa camilla era Mi Alice, era esa chiquilla curiosa de la que me había encariñado tanto, la que me había prometido cuidar, mi soporte desde que Gwendolyne se fue, mi piedra de respaldo, ella era muy importante para mí, y eso me asustaba, me asustaba quererla tanto y en tan pocos meses, por que cuando quieres a alguien se vuelve tu punto de debilidad, y ya había sufrido tanto que me jure a mi misma, que no iba a permitirme ser débil, por nada, ni por nadie.

Me distraje tanto pensando en el miedo que tenía de que algo le pasará , que ni siquiera me percaté cuando el Dr. Hanover, estaba a punto de introducir el picahielos por el ojo de Alice, decidí hacer caso omiso a mis pensamientos y concentrarme en la pequeña incisión, yo le había prometido que estaría bien, y debía estar al pendiente de todo, para que fuese así; los minutos siguientes fueron una eternidad para mí, no podía siquiera voltear a ver, y me sentía increíblemente estúpida, ¿desde cuándo una lobotomía me asustaba?

Gracias al universo todo termino, ya le había dicho a Bucket que yo me encargaría de Alice, y ella no había objetado, tenía cosas más importantes que atender, ser la sombra del Dr. Hanover, por ejemplo, esa mujer estaba loca por él.

Todo el personal de enfermeras estaba resolviendo las dudas que surgían de el gobernador, no pude dejar de escuchar cuando empezaron a hablar sobre el famosísimo asesino que estaba alojando el hospital, escuché claramente que necesitaban una respuesta de parte del Dr. Hanover para saber si Edmund era apto o no para la ejecución.
Me quede paralizada, debía pensar en algo y rápido, pero ahora mismo no podía.

Había acabado todo, salí de la sala con Alice en la camilla, ella estaba durmiendo, probablemente no despertaría hasta mañana, era muy tarde ya.

De igual forma, pasaría la noche cuidándola, no sabía que podría necesitar durante la noche, llegamos a su habitación, la acosté en su cama, me senté en la silla que siempre tenía a lado de esta y, me quede observándola, viéndola simplemente existir, se veía tranquila.
Pasaron las horas, y cuando volteé a ver la hora en el reloj, marcaban las 2.30 de la mañana, el sueño me estaba invadiendo, pero no podía quedarme dormida, no mientras la cuidaba.

Pasee los ojos por toda la habitación, buscando algo en que distraerme, hasta que mi vista se detuvo en la mesa de noche, había un libro, siempre veía a Alice metida en él, supuse que debía ser bastante entretenido para que le interesara tanto, así que lo tome dispuesta a leerlo.
Mi sorpresa llego cuando me di cuenta de que estaba repleto de cartas, no sabia si era apropiado abrirlas, eran su privacidad, pero bien dicen la curiosidad mato al gato, y la mía era tanta que decidí abrir una, además necesitaba distraerme en algo.

Alice, Querida:
Estoy locamente enamorada de ti, ayer me di cuenta, por la mañana cuando comparaba el café caliente de mi taza con tu bella mirada, cuando me di cuenta de que de repente si pedir permiso, te me metiste en el corazón y ya no te puedo sacar, por que verte me hace bien, en tus brazos me siento segura, ¿te das cuenta de todo el cambio que hiciste en mí?, como podría si quiera intentar olvidarte, amor de mi vida.
Siempre tuya, Mónica.

Enfermera Ratched.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora