Capítulo 17.

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Hace doce años...

La niña lloraba, sus gritos no mostraban nada mas que dolor, intenso dolor.

Las lágrimas corrian por sus mejillas una tras otra, dejando sus ojos y nariz rojos. Le ardía el pecho y tenía la garganta cerrada por el llanto.

-¡Piedad, piedad! ¡Piedad por favor! -gritaba la niña -¡Se lo suplico!

El hombre la observó desde el otro lado del cristal, con mirada superior. Estaba claramente molesto e irritado por los gritos de la niña.

-Señor, no creo que resista otra dosis -dijo su mano derecha -Deberíamos suspender el tratamiento.

¯No -dijo de inmediato -Continúa con otra dosis.

-Pero señor...

-La he visto -replicó, girándose a verlo, la niña seguía llorando y gritando -He visto de lo que es capaz de hacer, ella puede resistir esto. Así que añade otra dosis.

El hombre no dijo nada más, sin querer contradecir al director. Él era su mano derecha, su compañero, su cómplice, pero sabía que no debía hablar cuando el director ordenaba algo. Así que hizo una seña a los científicos que se encontraban con la niña, del otro lado del vidrio, para que aumentaran los mililitros.

Así lo hicieron, mientras preparaban la jeringa, la niña vio con horror absoluto la sustancia que estaría en sus venas en un par de segundos. Ése desagradable color cian lucía tan espeso que temió por un momento, que le causara un ataque al corazón.

Y aunque la niña había sufrido eso casi a diario, más cuando se encontraba despierta, le era impensable acostumbrarse a eso.

Era lo mismo, despertaba, tomaba su insípido desayuno, luego iban a tomarle muestras de sangre o le inyectaban otras sustancias que desconocía, pero el proceso siempre era doloroso, a veces se desmayaba y tenía que ir de inmediato a la cápsula para mantenerla viva, de lo contrario su cuerpo no resistiría las dosis.

🔥🌪️💧🌱

Actualmente.

No quería vivir eso, no otra vez.

Pero le era imposible caer en la inconsciencia, el dolor de las agujas era imposible de pasar por alto.

-Se lo suplico... Petterson, no me haga esto -le pidió por enésima vez al hombre.

Ella no lo veía, pero el hombre levantó la vista, tomó su tabla y cruzó la puerta para acercarse a la muchacha.

-Me apena que aún no lo entiendas -sacudió la cabeza -Niña, te hemos estado vigilando -le dijo mientras tomaba asiento frente a ella.

Alba permanecía acostada mientras otro científico tomaba otra muestra de su sangre.

-Tarde o temprano ibas a terminar aquí -se encogió de hombros -La diferencia está en que llegaste sola.

-Yo no... Yo no vine para esto -hizo una mueca cuando volvío a sentir la aguja en su piel.

-Por supuesto que no, estás aquí por que no tienes tiempo -ella abrió los ojos, horrorizada ¿Cómo era que lo sabía? -¿Acaso olvidaste que yo estuve en tus primeros años de vida?

Estaba claro que no. Él era el protagonista de sus pesadilla. Siempre.

-Por favor... Ya no me haga esto, yo no quiero-

-Sé que no quieres -le interrumpió -Pero no tienes opciones. Naciste para estar aquí, para estos propósitos ¿O en serio creíste que tenías un propósito en la vida? -casi se ríe, le resultaba estúpida la situación -Angelina te mantuvo viva exactamente por esto.

En Busca del Quinto Elemento Pt.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora