Capítulo 24.

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Marie se quedó de pie, ahí dónde se había ido William.

Tenía el corazón roto y sus esperanzas de volver a verlo por el suelo, pero ¿A quién engañaba? Era su culpa, lo sabía desde un inicio y su tío lo dijo claramente.

"No te encariñes con él"

"Sólo quiero información"

"Termina con él lo antes posible"

No era la primera vez que Marie hacía trabajos de esos. Donde únicamente se acercaba a las personas con el propósito de conseguir información, normalmente esas relaciones no duraban más de seis meses.

Pero con William se había excedido.

Incluso le mintió a su tío diciéndole que William no le había dicho nada y que necesitaba más tiempo para estar con él, cuando la verdad era que sólo era una excusa para estar a su lado.

Lamentaba mucho haber aceptado ayudar al científico, pues de otra forma, las cosas no hubieran terminado así, quizás lo habría conocido de otra manera, una que no involucrara mentiras, engaños y trabajos sucios.

Limpió sus lágrimas, escuchó unos pasos pesados y lentos acercarse a ella por detrás, una mano de posó en su hombro.

—Esta es la razón por la cual debes escucharme —dijo el científico —Mis advertencias no son en vano, niña.

Ella safó su mano de su hombro, molesta.

—Tu trabajo terminó, lo aclaro ahora, pero debes continuar con el que sigue —le avisó —Y es encontrar a esos tres lo antes posible... Al parecer mi anterior guardia de seguridad está muerto y es una lástima, era demasiado bueno —se encogió de hombros.

Una muerte más, una muerte menos, uno sólo llora por ella cuando es cercana.

—No lo haré.

Su respuesta fue lo contrario a lo que esperaba.

—¿Por qué?

—... Mis razones no son de su incumbencia, científico —respondió, casi escupiendo las palabras.

El hombre la miró, sin decir nada. Estaba claro que le hervía la sangre de coraje ¿Cómo se atrevía ella a hablar así? ¡Ella, de entre todas las personas! ¡Se atrevía a desobedecer!

—No tienes opción —dijo el científico —Aún no me has pagado todo lo que he hecho por ti —le recalcó con amargura y siguió su camino.

—Son necesidades básicas, no le debo nada.

Pero se detuvo al escucharla, dio vuelta y avanzó hasta quedar cerca de ella, su presencia intimidaba a Marie.

—Claro que son necesidades básicas pero adivina qué —replicó con coraje —Ése era deber de tus padres, no mío ¿Quieres reclamarle a alguien sobre necesidades? ¡Díselo a ellos! —exclamó furioso.

Las palabras golpearon a la joven peor que las heridas causadas por balas.

Le dolía que su tío usara esa carta en su contra, que le debía todo por haberla acogido como su hija todos esos años.

El pecho del hombre subía y bajaba con cada respiración, intentando recobrar su compostura.

—Es lo menos que puedes hacer para devolverme todo lo que he hecho por ti, niña insolente.

La tomó de la muñeca y se la llevó consigo hasta el cuarto de seguridad. Marie no se resistió, pues no tenía fuerzas para seguir con aquella discusión.

En Busca del Quinto Elemento Pt.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora