Capítulo 4.

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Hace un par de semanas...

William acaba de despertarse, su cabello aún estaba alborotado por la almohada y en sus ojos se reflejaba el sueño. Se dirigía a prepararse un café. A pesar de haber iniciado la primavera, los amaneceres eran frescos, el viento soplaba de manera leve y a veces, caían algunas gotas de lluvia.

Se talló los ojos y se sentó en el comedor para esperar a que la cafetera terminara de hacer la bebida caliente. Por un lado se encontraba el libro que había dejado a medias la noche anterior. Hace días que lo había comenzado a leer, pero siempre pesaba en algo a media lectura, lo que hacía que tuviera que volver a dónde se perdió y a veces, por eso dejaba el libro de lado.

La cafetera dejó de hacer ruido y fue a servise el café, cuando escuchó su voz.

William.

Al principío creyó que sólo había sido su imaginación, porque, ella ya no estaba con él. Tomó su taza de café, pero nuevamente, pronunció su nombre. La manera en que lo hacía era suave, como un susurro, pero también como si tuviera problemas al poder decir las palabras.

-¿Sara? -preguntó William.

Era la primera vez que pronunciaba su nombre desde que ella había muerto. Decirlas sólo le causó dolor. Removía viejas heridas.

Necesito... tu ayuda.

Se dejó caer al suelo, soltando la taza de café y con las lágrimas en los ojos, qud poco a poco comenzaron a salir. Era ella, era ella. Definitivamente había sido la chica que amaba quién le había hablado.

-¿Por qué...? -respiró hondo -¿Por qué te fuiste? -le preguntó con voz entrecortada, s poder contener las emociones que lo dominaban.

Era doloroso pensar en ella y en que pudo haberle dicho o hecho. Nada dolía más que lamentarse de lo que no hizo.

Sara, Sara, Sara.

Sacudió la cabeza y la tomó entre sus manos.

-Yo... yo te necesito.

Y luego, al levantar la vista, la vio frente a él.

Estaba ahí de pie, portando un ligero vestido color blanco, sin zapatos, su cabello estaba suelto dejando al descubierto su rostro, ella parecía sonreír. Pero lo que más llamó su atención fue que en su mano llevaba el Quinto Elemento. Ella extendió esa mano abierta hacia él.

William extendió su mano para tocar la de ella, justo cuando sus dedos estaban a un milímetro de tocarse, ella desapareció, en un parpadeo.

En el instante en que ella ya no estaba, sintió una opresión en el pecho, como si le doliera. Se dio cuenta d que había sido el cuarzo que llevaba en el cuello.

Inmediatamente lo sacó para comprobar si eso era cierto. Y tenía razón. Ahora el Quinto Elemento se veía algo más brillante que antes.

No fue la última vez que la vio y escuchó. Después de ese día, él creía verla en su casa, a veces, cuando desviaba la vista o creer que ella entraba a otra habitación. Quería creer que se quedaría ahí con él.

Incluso si sólo era su imaginación jugando con él.

En la Actualidad...

William dejó salir algunas lágrimas cuando la escuchó a ella responder, aunque hubiese sido sólo una palabra.

-Sabes que haría lo que fuera por ti ¿Verdad? -le dijo a ella -Siempre, no importa lo que fuera.

En Busca del Quinto Elemento Pt.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora