Marie se sentía mal por haberle mentido a William, pero era algo que debía de hacer, ya que si se iba de casa, dejaría expuesto todo lo que su abuelo obtuvo de ese mismo laboratorio.
Por ello, debía quedarse ahí. Y lo que estaba esperando, llegó.
Escuchó las llantas de las camionetas estacionarse cerca.
Había colocado unas cuantas cámaras y micrófonos cerca de la casa, exactamente en los árboles, para que no la tomaran por sorpresa. Desde que William le dijo que se fuera de ahí, Marie supo que vendrían por ella.
Los pasos de los Agentes la alertaron, tomó las bombas de humo y de gas lacrimogeno.
Vio en las pantallas lo que las cámaras grababan. Estaban frente a su casa.
—No tengas miedo, Marie, sólo son un par de personas —se decía a sí misma.
Los hombres no pidieron permiso para entrar y abrieron la puerta. Todo estaba en completo silencio, sólo sus pisadas hacían eco en la pequeña casa.
—Señor, aquí no hay nadie —dijo un agente por medio del auricular.
—Revisen bien, tiene que haber alguien ahí —dijo en tono molesto —Es imposible que esté vacío el lugar, la señal sigue activa.
—Entendido.
Con sus lámparas alumbraron el cuarto, ahí no había nada más que libros, una taza de café aún caliente y varias cajas con polvo. Marie aprovechó esa oportunidad para lanzar dos bombas, una lacrimogena y la segunda de humo.
Los agentes comenzaron a toser al sentir la presencia de los químicos en el aire. Marie salió de dónde estaba y con tasers atacó a los Agentes.
Los hombres apenas alcanzaron a ver ala jovem cuando sus rostros dejaron ver la sorpresa de verla a ella ahí.
Peleando contra ellos.
—¡Tú...! —exclamó uno de ellos.
—Sí, soy yo —les respondió, no les dio tiempo de responder, ya que de inmediato les apuntó con la pistola y disparó.
Las descargas eléctricas atravesaron las ropas de los hombres y los dejaban inconscientes.
De la parte trasera de sus pantalones sacó dos armas del mismo tipo y disparó a los otros dos que estaban de pie justo entrando, cayeron apenas recibieron las descargas.
En los pocos segundos que pasaron no escuchó ningún sonido aparte de su acelerada respiración.
¿Es todo? ¿Serán todos?
Pero persistía el miedo de que los demás la alcanzaran a ver y comunicaran al director de su presencia.
Se acomodó la ropa y se dirigió a revisar las cámaras. Del cajón del tocador que estaba en el pasillo, sacó un arma cargada, quitó el seguro.
Ella recuerda perfectamente como se utilizaba, ya que una vez su abuelo le había enseñado, por que ella se lo había pedido y agradecía internamente haberlo hecho.
Su corazón se aceleró cuando notó que llegaban otras dos camionetas y de ellas bajaban más de seis hombres.
—No voy a poder con tantos —susurró mientras veía como los hombres se apresuraban a llegar a su casa.
No puedo pedir ayuda... No puedo decirle a William... ¡Ah, maldición! ¿Que hago? ¿Que hago? ¡Piensa, piensa!
Se apoyó en la mesa, con la mirada baja, desesperada. Su vista se fijó en una caja abandonada en la esquina debajo del escritorio. Había olvidado que eso estaba ahí. De manera veloz la tomó y sacó varias bombas, las guardó en los bolsillos de su chaqueta, guardó la pistola en el interior de la misma.
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En Busca del Quinto Elemento Pt.2
General Fiction*Continuación de la historia "La Chica de los Cuatro Elementos" *No leer esta historia si no has leído la primera. Dos años después de que cayera el laboratorio, los problemas comienzan acechar a Alba. Los Cuatro Elementos están abandonando a...