Capítulo 8.

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—Entonces ¿Empezaremos con las mentiras? —le dijo Daniel.

—Si quieres verlo de ese modo, pues si.

Alba se fue a su apartamento, diciendo que volvería con William después de tomar algunas cosas. De regreso al apartamento de William, lo primero que hizo Daniel fue dejarse caer en el sofá.bDejó salir un largo suspiro, cansado.

—Por fin un poco de tran-

—¡Oye! ¿Que crees que haces? —le dijo William, lo señalaba con un dedo —¡Levántate! ¡Mojarás mi mueble! —le regañó.

—Oye, calma —le respondió mientras se ponía de pie —¿Qué hay de la frase mi casa es tu casa?

—Tú te lo tomas muy a pecho. Quítate de ahí.

—Bueno, entonces ¿Qué hago? ¡Estoy igual que tú!

—¡Camiate de ropa, báñate o algo! —respondió, encogiéndose de hombros —¡Yo que sé!

—¿Puedo bañarme aquí? —le preguntó.

William se fue a su habitación. Pero antes, le respondió.

—Ya, puedes hacer lo que quieras.

—Entonces ¿Puedo quedarme en tu apartamento mientras estoy aquí en la ciudad?

—Ya te dije ¿No? puedes hacer lo que quieras... Excepto acostarte en el mueble si estás empapado.

Dicho esto Daniel tomó sus cosas y se fue a dar un baño. Cuando salió llevaba unos shorts que le llegaban arriba de la rodilla, nada más. Con una toalla se secaba el pelo. Se acercó a la repisa dónde William tenía varias de sus cosas. El joven encontró la foto de Sara, la tomó y la miró.

—Es ella —le dijo William a sus espaldas, se encontraba recargado en la pared —La chica que me salvó la vida.

—Es la gemela de Alba ¿Verdad? —su amigo asintió —¿Cuantos años tenía? —preguntó, la risa se había acabado.

—Diecisiete.

Daniel ya no quiso incomodar más a William y dejó el tema ahí. Al poco rato llegó Alba y para cuando ella estaba ahí, el invitado ya estaba vestido, bien,con camisa y pantalones.

Los tres se encontraban rodeando la mesa de centro en la cual estaba un mapa extendido de todo el estado. Necesitarían saber el camino que tomarían.

—¿Que camino deberíamos tomar?

William miró el mapa una vez más, pensando en la mejor ruta posible

Ella estiró su mano junto a él y su dedo trazó un camino hasta legar a un punto, el papel se hundió bajo su dedo.

El joven sonrió y desvió su vista un poco, sólo para verla a ella.

—Quizás... —él señaló el camino que ella trazado hace uno segundos — ...Este —concluyó.

—Ya... es el más corto, podremos ir por ahí sin problemas ¿Verdad? —le preguntó.

—Exacto, sin preocupaciones —respondió William.

—Luego... ¿Cuál deberíamos tomar? Aquí hay dos caminos, pero teniendo en cuenta que estaríamos más cerca del laboratorio... ¿Debríamos elegir uno en el que no nos vean? —comentó Alba.

—Tienes razón...

Este.

Ella señaló de nuevo, era el trayecto más largo.

Pero ¿Por qué le decía que camino tomar? ¿Sólo quería ayudar... O le estaba diciendo algo más que aún no lograba descifrar?

Le parecía extraño que ella no hubiera interferido con la idea de ir hasta el otro laboratorio, William creía que se opondría, para no ponerlos en peligro.

En Busca del Quinto Elemento Pt.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora