Capítulo 32.

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El hospital a donde dirigían a Sara, a parte de estar separado completamente con cualquier relación con los laboratorios de Los Elementos, era uno de los pocos que había que trataba tanto a personas ordinarias como a Alterados.

William estaba sorprendido de que existieran lugares como esos, ya que en su mente estaba la imagen de que las personas ordinarias los odiaban a ellos. Que no podían convivir ambos en un solo espacio por temor a ser lastimados por los Alterados.

William observó a Sara una milésima vez más.

El rostro de la joven había cambiado, se veía más grande, pero también joven. Su cabello había crecido, y mucho, por lo que veía lo tenía hasta las caderas, cuando ella despertara, debía preguntarle si decidiría cortarlo aunque largo o corto, de igual manera resaltaría la belleza de Sara. Su piel lucía un poco más blanca, solo un poco, pero también se notaba reseca, claro estaba que la sustancia tampoco le favoreció mucho. Las pestañas de la joven seguían igual de largas y oscuras, como él las recordaba.

Pero debía agregar que ella tenía los ojos rojos, había marcas en sus mejillas de que recientemente lloró.

El camino fue largo, duró un par de horas, pero ese tiempo lo utilizó William para comprobar que ella no tuviera heridas a simple vista.

Por fin la camioneta se detuvo, el joven empleado abrió las puertas, afuera habían dos más que le ayudarían a bajar la camilla donde venía Sara.

- ¿Y usted, joven? - le pregunto uno de ellos.

- No, no, él viene con la chica -respondió otro antes de que William pudiera decir algo.

El hombre solo asintió y lo dejó avanzar hasta el área de Urgencias. William soltó de manera lenta la mano de Sara, observando como las puertas se abrían y luego cerraban, dejándolo atrás.

La miró desde lejos hasta que la joven se perdió de su vista.

-Ella estará bien -le dijo un uniformado mientras apuntaba algo en una tabla en sus manos -Será atendida por los mejores doctores, puedes estar tranquilo.

-Pero, ¿podrían avisarme si llega a despertar?

-Claro, será lo primero que hagamos. Porbel momento ella dormirá un largo rato, así que, puedes descansar también -dicho eso, se alejó hacia los demás doctores.

Le era más que suficiente esa respuesta.

Caminó de regreso hasta donde se encontraban los demás heridos del laboratorio, le sorprendió notar que había muy pocos heridos. Esperaba encontrarse con al menos unos cincuenta hombres heridos, por aquello que había hecho Daniel al destrozar el cemento, pero ni fue así.

Aliviado, avanzó por la sala, buscando al profesor o a Daniel. Encontró primero al mayor, sentado en un sillón que formaba parte de la sala de espera.

- Profesor -le llamó, él levantó la vista -Sabe dónde está Daniel? -recordaba brevemente que el castaño se había separado de él, más bien se había quedado atrás y después ya no supo dónde estaba —Y tampoco he visto a Alba ¿Sabe dónde pueden estar?

El hombre lo miró con extrañeza, cosa que sólo desconcertó a William.

—¿No sabes lo que pasó?

—¿Pasó de qué? —devolvió la pregunta, pues no entendía su respuesta, sólo quería saber la ubicación de Damián, si es que lo sabía.

—Alba está-

Una mujer uniformada hizo acto de presencia frente al profesor, haciendo que dejara de hablar y el hombre sólo se lamentó el no poder tomar un descanso.

En Busca del Quinto Elemento Pt.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora