Ya había pasado una semana y media sin tener noticia alguna del programa y estaba a punto de arrancarme los cabellos ante la horrible espera.
¿Acaso no podían llamar y decirme «no te aceptamos»? O un «sí, pasaste a la siguiente fase» No. ¿Qué era lo que tenía? Nada más que mis terribles ganas de querer ahorcar algo o a alguien.
Sí, podía ser un poco pesada cuando no estaba del mejor humor del mundo.
Con el pasar de los días no hice más que rememorar detalladamente mi conversación con el chico que iba delante de mí en la audición. No recordaba su nombre —o si me lo había dicho llegados al caso—, pero lo que si recordaba era los detalles que me había dado de la audición.
«Si les gusta te ponen un número en el pecho y pasas a la siguiente fase»
Había dicho que te ponían un número en el pecho si pasabas a la siguiente fase y en definitiva no recordaba haber recibido algún número.
No había recibido nada.
Así que, después de varias noches repitiendo esa única oración antes de ir a dormir e incluso llegar a soñar con los labios del chico soltando esas palabras, caí en cuenta de la única y clara verdad. No había sido seleccionada.
Una vez más había fallado. Una vez más había demostrado que la música no era para mí.
Tal vez esa era la señal que había estado esperando los últimos años. La señal de que debía dejar de intentarlo. La señal de la que mi madre había hablado desde que dejé la escuela dos años atrás.
—Señorita Miranda, ¿haría el favor de dejar de pensar en el mundo mágico de Barbie y volver a la clase? Esos planos no se corregirán solos.
Sacudí levemente la cabeza a la vez que parpadeaba al escuchar y ver como Harumi —mi profesora— chasqueaba sus dedos frente a mis narices. Murmuré un «lo siento» silencioso y ella no hizo más que rodar los ojos.
Centré mi mirada en las correcciones en rojo que la profesora había dejado sobre mi plano y el gran número encerrado en un círculo. Cuatro puntos menos de la nota máxima. Un punto menos que la mejor nota de mi clase.
¿Estaba fracasando en todo? Probablemente.
Lo peor de todo es que lo hacía de la peor manera. Cuando mamá viera mi promedio y lo comparara con el anterior no estaría para nada contenta. Ni siquiera yo lo estaba.
Se suponía que si no triunfaba en algo, debía irme mejor en otro aspecto, pero aparentemente eso no aplicaba para mí.
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Estrellas perdidas
Teen Fiction«Que nuestros sueños sean como estrellas y brillen cuando la vida solo nos dé oscuridad» *** Alya siempre anheló brillar como las estrellas y deleit...