Capítulo diez

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Al menos podría decir que lo había intentado

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Al menos podría decir que lo había intentado.

Cantar Cuando empezaré a vivir no me ayudó mucho que digamos, pero al menos había logrado interpretarla sin salirme de la nota y aunque parte del jurado no hizo más que mirarme con una cara de aburrimiento que podría desanimar a cualquiera, conmigo no había sido así. Sí, me pusieron nerviosa al nivel de empezar con el tic que tenía de mover mi pierna, el nerviosismo que cargaba no se hizo evidente en mi voz.

Aún con todo el rollo de Disney me dejaron cantar una segunda canción y mi elección de tema fue lo que hizo a uno de los jurados sonreír y mover la cabeza al ritmo de la música. Quería creer que también hacía esos gestos de aprobación con respecto a mi voz, pero tampoco podía hacerme muchas ilusiones.

Estaba de pie esperando a que el último chico de nuestro grupo terminara de cantar. Daniel estaba a mi costado murmurando lo bien que lo había hecho y lo bien que lo hacía el chico que estaba sobre el escenario.

—Gracias, setenta y ocho —lo interrumpieron. El chico asintió y dejó el micro en su parante—. Por favor, suban los otros cuatro y dennos cinco minutos.

Obviamente esos minutos se me hicieron más que eternos, pues supuse lo que nos dirían después. Quienes pasaban a la tercera fase del programa y quienes se quedaban en la segunda. Mi pierna tomó vida propia una vez más y empezó a moverse inquieta ante el silencio que se había instalado en la sala, que solo era interrumpido por el murmullo del jurado frente a nosotros.

Me sobresalté un poco al sentir el brazo de Daniel rodearme y más aún cuando acercó su boca a mi oído para murmurarme un «tranquila, todo estará bien». No podía mentir, aquello sirvió para relajarme un poco, pero solo un poco pues todo volvió cuando Gia —quien parecía ser la jefa de todos— tomó el micro cercano a ella y empezó a hablarnos.

—Una vez más, gracias por venir, como saben no todos se pueden quedar pues solo dieciocho de ustedes pasaran al programa —se encogió de hombros e hizo una mueca de tristeza—. Sigan practicando y si tenemos la oportunidad de hacer otra temporada del show, están más preparados para presentarse a las pruebas.

»Ahora, vamos con la parte difícil —tomó una bocanada de aire y la soltó casi al instante—. Ochocientos, ciento uno y cuarenta y nueve, den un paso adelante por favor.

Casi en modo automático los tres lo hicimos. Mi mirada no dejaba de pasearse entre los rostros inexpresivos frente a mí y mi mente empezó a maquinar escenarios en los que decían un simple gracias por venir. Me daba muchísima pena por Daniel y Denise, pues sus voces eran infinitamente mejor que las mías y los arrastraría con mi mala suerte al camino hacia la puerta.

—Muchísimas gracias por venir —agaché la cabeza al escuchar aquello, pues no quería que vieran como mi mirada triste—, están dentro de la tercera fase. A los demás, muchísimas gracias por venir también.

Me quedé estática con la mirada fija en el suelo. Escuché como Denise agradecía a los jurados y no fui capaz de moverme hasta que Daniel rodeo mis hombros y me instó a saltar con él.

Estrellas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora