Capítulo once

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Después de pasar casi media hora discutiendo sobre cómo interpretar la canción y actuar frente al jurado, Rocio y yo acordamos hacer algo sencillo, pero significativo

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Después de pasar casi media hora discutiendo sobre cómo interpretar la canción y actuar frente al jurado, Rocio y yo acordamos hacer algo sencillo, pero significativo. Así que eso fue lo que terminamos haciendo. Cantar viendo directo a los ojos de la otra, actuando como si fuéramos lo que más necesitábamos, pero debíamos dejar ir.

Al jurado pareció agradarle nuestra interpretación de Con las ganas, puesto que Gia —la aparente jefa de equipo— quedó boquiabierta cuando terminamos. Era eso o pensar que habíamos desafinado tanto que la dejamos así, pero prefería quedarme con la primera opción. Estaba intentando ser optimista después de todo.

Ya había anochecido para cuando nos llamaron a todos a conocer quienes seguirían a la fase del día siguiente. Me puse de pie, pero Rocio tiró de mi mano y me devolvió a mi sitio.

—¿Qué sucede? —cuestioné incrédula.

—Pues me agradaste más de lo que deberías, porque después de todo esto es una competencia —analizó, moviendo su cabeza a la vez que hablaba—. Así que, antes de ir y ver quién se queda y quien se va... Dios, esto es ridículo, pero, no me creas loca, por favor.

—Ya dilo... —pedí nerviosa, pues no hacía más que divagar sobre lo que quería decir y yo quería unirme a los demás y saber mi destino dentro del programa lo antes posible.

—Ok, ok, ahí voy —tomó un suspiró tan dramático dignas de las escenas dramáticas de papá hacía conmigo—. No me mires así... Bien, quería que prometiéramos algo.

Fruncí el ceño al no entender qué era lo que quería que prometiéramos. Nos habíamos conocido en la mañana, no podía imaginarme qué podría pasar por su mente.

—Quiero que prometamos que, pase lo que pase ahí dentro, si solo una de nosotras se queda, dará lo mejor de sí por la otra para entrar al programa, ¿sí?

Quedé estupefacta ante tal petición, pero la entendí. Era algo infantil y sí que podía creerla aunque sea un poquito loca. Aun así, asentí y lo prometí.

—Lo prometo —murmuramos juntas.

Rocio tomo mi mano y sonreímos, ambas tomando un suspiro antes de entrar en la sala. Nuestras manos empezaron a sudar, pero no nos separamos.

Alguien de producción nos indicó la fila en la que debíamos y poco a poco, como iban sacando a algunas parejas y en ocasiones solo a parte del dueto. Rocio no soltó mi mano y lo agradecí, ya que no tenía a Ela o a papá conmigo para ser mi soporte emocional.

Al estar en primera fila fui consciente de todas las cámaras que enfocaban distintos puntos de nuestros cuerpos. Pese a tener practica con mi propia cámara, el tener más de una enfocando las miles de imperfecciones que tenía mi rostro me ponía nerviosa.

—Dueto veinte, pasan a la siguiente ronda.

Pese a haberlo escuchado y repetido más de mil veces en mi mente, sin contar con el apretón de Rocio al emocionarse, no pude procesar muy bien lo que las palabras «dueto veinte» y «pasan» significaban. Mi mente había quedado en blanco hasta que Gia me preguntó si es que aquello no me emocionaba.

Estrellas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora