Capítulo veinte

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El tiempo que usualmente tardaba en preparar mis presentaciones de todos los sábados en la noche para el programa era seis días

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El tiempo que usualmente tardaba en preparar mis presentaciones de todos los sábados en la noche para el programa era seis días. O bueno, tardábamos, en general, porque todos empezábamos con los ensayos cada domingo después de que nos asignaran nuestra canción de la semana. Después de eso nos enfocábamos en estudiar la canción, buscar qué queríamos transmitir con la letra, si el ritmo de la música iba con nuestras voces, aprender la coreografía que nos asignaban o simplemente de qué lugar del escenario a otro debíamos ir.

Eso era lo que normalmente hacíamos. Eso era a lo que estaba acostumbrada. Eso era lo que esperaba hacer para mi semana de sentenciada y eso era exactamente lo que menos había hecho.

Mi canción en solitario la tenía más que preparada y pulida. El problema radicaba en que me habían metido en un dueto con el artista invitado de la semana, tan solo dos días antes de la presentación. Un dueto que se jugaba mi estancia en el programa, pues era en el que más se fijaría el jurado, según lo que nos habían dicho los profesores y era en el que estaba más jodida.

¿Por qué? Pues simplemente porque había tenido solo dos horas de ensayo con la persona con la que cantaría, que usualmente eran cinco horas como mínimo y aquello había sido todo.

Después de que Elián abandonara el estudio hice más pases de micros de los que podía recordar, memoricé la letra y cada mínimo movimiento que debía hacer. Sin embargo, sentía que no sería suficiente.

Y aquello se debía al simple hecho de que no sabía si nuestra presentación sería igual de buena que la de nuestro último ensayo. Rocio intentó calmarme diciendo que todo saldría bien, pero no lo logró del todo y volvió a intentarlo recordándome que me quedaba el pase de micros previo a la transmisión del programa.

 Rocio intentó calmarme diciendo que todo saldría bien, pero no lo logró del todo y volvió a intentarlo recordándome que me quedaba el pase de micros previo a la transmisión del programa

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Los pliegues de tu piel me obsesionan

Me atrapan, de todo me salvan

«Piensa en un amor imposible», rememoro la voz de Gia antes de seguir con la canción.

¿En qué momento se me ocurrió sugerir cantar esta canción a capella? Mi voz temblaba y esperaba que el jurado lo atribuyese a que quería que se sintiera como una canción de desamor y no a la verdadera razón por la que me temblaban hasta las manos.

Estrellas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora